¿Quieres saber por qué siempre terminamos retrasando las tareas que habíamos planificado llevar a cabo en el día? Aunque pueda sonar a tópico, estamos acostumbrados a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Llamar a un cliente algo quisquilloso, reclamar a un proveedor un pedido, ordenar el garaje, salir a correr, limpiar el escritorio, empezar una dieta… son acciones que solemos retrasar o por una razón u otra acaban siendo olvidadas o realizadas tiempo más tarde de lo previsto o deseado.
El secreto para no postergar lo que nos propongamos reside en la manera que tenemos de mandarle mensajes al cerebro. Debemos hacerlo de manera específica y concreta y en formato de Cajitas – pequeñas acciones consecutivas, la metodología que Aritz Urresti, CEO de goalboxes, patentó hace 4 años e impide que el cerebro procrastine. Cuando le das un mensaje genérico al cerebro no puede procesarlo correctamente y tampoco logra ejecutarlo. Por este motivo, es esencial concretarlo y especificarlo al máximo en una cajita-acción para que lo entienda y lleve cabo.
Pero las Cajitas no son suficiente para acabar con la postergación. Se necesitan motivos para pasar a la acción, es decir una motivación fuerte y poderosa que luche contra las excusas que nos ponemos, acompañada de una actitud proactiva que supere la procrastinación y evitemos así aplazar las tareas establecidas.
Las barreras mentales, los hábitos y creencias erróneas influyen directamente en las actitudes. Para superarlos, se requiere determinación.
Necesitamos propósitos con fuerza suficiente para que la motivación inicial no decaiga y también una fe inquebrantable en que podremos conseguirlos. Si escalar la montaña es una medida para mantenernos en buena forma el mayor tiempo posible, el objetivo tirará de nosotros. Solo queda convertirlo en hábito.
Tomar el control de la propia vida es un desafío que se ofrece a todo el mundo, pero hay quienes no están dispuestos a asumir el compromiso. Una actitud proactiva es la capacidad de un ser humano para pasar cuanto antes a la acción y no hay cambio sin actitud proactiva.
El experto en Productividad Arritz Urresti plantea construir una actitud proactiva a lo largo de 4 fases:
1.Abordamos las dificultades y oportunidades en cuanto se presentan.
2.Nos anticipamos a las dificultades, consideramos los problemas desde distintas perspectivas y tomamos decisiones coherentes al respecto.
3.Prevemos lo que puede ocurrir si dejamos que las cosas sucedan sin intervenir.
4.Conseguimos desarrollar una visión de largo alcance. Tenemos ideas transformadoras, originales, proyectos alternativos. Dejamos de estar a merced de las circunstancias, porque empezamos a crearlas desde valores personales y colectivos. Sabemos estar a la altura ante cualquier contrariedad. Si algo está en nuestra mano, lo hacemos; de lo contrario, nos retiramos y permitimos que sean otros quienes se ocupen.
La persona proactiva mantiene su coherencia priorizando y planificando cada acción encaminada a logros. Su actitud es dinámica, positiva, se mueve con confianza y protege espacios para su propio bienestar.
Se requiere actitud para pasar a la acción y no solo palabras y buenas intenciones.
La clave reside en que nosotros mismos seamos los motores de ese cambio que buscamos. Debemos ser conscientes de que la transformación sucede cuando abandonamos las excusas y aplicamos las cajitas-acciones a nuestro día a día, que nos aseguran permanecer en la ruta trazada por los potentes «para qué».
Confeccionarlas requiere cambiar de mentalidad, volvernos seres específicos, realistas y buenos gestores del tiempo, salir de las generalidades, concretar.Definir las cajitas correctamente requiere entrenamiento. Tenemos a mano mil y una excusas si no queremos movernos, pero estas cajitas-acciones nos indican la manera de hacerlo cuando estamos dispuestos a emprender algo realmente apasionante.
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