El escenario acogía nueve monitores que proyectaban obras de Hilary Lloyd, una artista residente británica cuyas obras escenifican escenas cotidianas de la artista con repeticiones en bucle y pulsaciones discotequeras. De este modo, las obras de Lloyd entablaban un diálogo inequívoco con la colección de LOEWE.
Las siluetas –alargadas y puras– están basadas en armoniosos juegos de líneas y texturas con ocasionales tensiones volumétricas. El ante oro de aspecto aparece entremezclado con telas de producción local, presentes en túnicas y caftanes, reafirmando el compromiso de la casa con la artesanía global: el algodón rojo y blanco bordado a mano es de Bangladesh; la tela índigo tejida y teñida a mano de Burkina Faso; y la gasa de algodón perforado y el lino azul vaquero de Japón.
Los arquetipos náuticos se complementan con ligeras prendas de punto, camisetas de estilo chevrón o de rayas verticales, y trajes cortos monocromos de popelina y gasa. El satén se emplea en los esmóquines de lana seca y las gabardinas de mangas desiguales, mientras que la nueva sastrería de la casa vuelve a cobrar protagonismo en los blazers con solapa de pico de dos botones.
Destacan los colgantes con forma de luna se llevan a modo de tótem; varios pendientes y un broche incorporan plumas de marabú de las que brotan lirios de organza.
En cuanto a bolsos, el icónico Puzzle presenta una silueta desconstruida de flexible calf; el geométrico Berlingo para llevar al hombro se lanza en tamaño grande acabado en ante, lienzo y calf; y la nueva mochila Shopper Backpack de suave napa calf ejemplifica la maestría de LOEWE en el trabajo artesanal con cuero.
Al desfile acudieron numerosos artistas internacionales como los músicos Frank Ocean, el rapero A$ap Rocky, el performer y DJ Kiddy Smile, Def Hynes, Lucas Jagger o importantes actores como Asier Etxeandia, Aymeline Valade, entre muchos otros.
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