Nunca pierde la sonrisa. Nunca. Puede estar dolorida o cansada por las largas horas de rehabilitación pero su sonrisa siempre está ahí. Así es Ainara, una pequeña princesa que tenía prisas por llegar al mundo y que día a día demuestra que las historias que merecen la pena no son las que tienen un final feliz, sino aquellas que te enseñan a luchar, venga lo que venga, con una gran sonrisa. Ainara nació demasiado pronto, tan solo tenía 29 semanas de gestación y no superó el kilo y medio. Los primeros días no fueron fáciles para ella, y aún así, supo arreglárselas para aferrarse a la vida con todas sus fuerzas. Su primer contacto con el mundo fue a través del cristal de una incubadora. Una parada cardiorrespiratoria la mantuvo ingresada en la UCI pediátrica más de cuatro meses. Allí le diagnosticaron además, hipófisis, es decir era más pequeña de lo normal, epilepsia y diabetes, pero ya por aquel entonces había demostrado que nada ni nadie iba a truncar sus ganas de conocer el mundo.
Tras años de relativa calma, tuvo que cruzar de nuevo las puertas del hospital donde había ganado su primera gran batalla. Esta vez, unos exámenes médicos determinaron que padecía una enfermedad rara llamada atrofia cerebral global, una afección que ocasiona la muerte paulatina de las neuronas, y además en su caso, tal como explican sus padres, la enfermedad le había afectado muchas áreas de su cerebro.
De eso ha pasado algún tiempo. Ahora Ainara vive en casa, está más grande, más avispada y siente curiosidad por todo lo que la rodea en gran medida gracias a dos factores indiscutibles: el apoyo incondicional de sus padres, quienes se han convertido en sus fieles escuderos. Y los tratamientos especializados a los que la pequeña asiste casi diariamente. Fisioterapia neurológica, lecciones de musicoterapia, las clases de logopedia...
Ahí es donde radica el problema. Cada avance trae consigo un importante desembolso económico por parte de los padres, quienes hacen malabares para conseguir cubrir los gastos de dichas terapias y todas las necesidades derivadas de las enfermedades de la pequeña. Por ello, Erika, la madre de Ainara, ha visto en el crowdfunding la mejor manera para conseguir ayuda de los demás y sentir que no están solos. En la campaña que ha lanzado en la plataforma Gofundme cada céntimo cuenta para que la pequeña siga progresando y demuestre, una vez más, sus ganas de seguir adelante y su poder de superación.
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