“Un golpe a tiempo” no es un buen método de educación hacia los hijos por cinco razones: por el problema de la socialización, porque es una práctica que se basa en la involución, porque puede llegar a ser incoherente, por el problema de la autonomía de la intensidad, y porque es una práctica que debe ser categorizada como fracaso educativo.
Educar o socializar en base a una práctica que utiliza una forma de violencia, aunque sea mínima lo es, es legitimarla o aceptarla. Las dos consecuencias derivadas son: que los niños y adultos incorporen la violencia como forma de resolver los conflictos, y que la violencia se convierta en un valor estructural. Además, hay que tener en cuenta que los niños aprenden fundamentalmente a partir del efecto imitador, y por lo tanto, es probable que copien o reproduzcan aquello que hayan visto de sus padres o de sus modelos educativos. En definitiva, el primer problema de utilizar la fórmula de “un golpe a tiempo” es que se está fomentando una socialización que va a la dirección contraria a la de erradicar cualquier forma de violencia.
A pesar de que aún existen muchas prácticas violentas y que todavía queda mucho camino por hacer, es cierto que la violencia cada vez está más rechazada por la opinión pública y por la sociedad. Esto es sin duda una buena noticia. Sin embargo, con el método de “un golpe a tiempo” se está retrocediendo, ya que tal como se ha pronunciado, se está aceptando la violencia. Por lo tanto, este método tiene que ser rechazado, porque desde una perspectiva social, supone involucionar.
Por otro lado, usar esta estrategia educativa es caer en una absoluta incoherencia. Y es que, cuando los niños son pequeños los educamos mediante una práctica violenta, y a la vez, cuando estos niños se hacen grandes se les prohíbe ejercer cualquier tipo de violencia. De este modo, se puede apreciar que esta fórmula de enseñanza y el comportamiento que se espera de las personas son dos elementos situados en polos opuestos.
Para hacer frente a este debate, nos tenemos que plantear una pregunta: ¿”Un golpe a tiempo” es una práctica que puede ser estandarizada y realizada de forma unificada por todos los padres? La respuesta es claramente, no. Y es que, las consideraciones sobre qué es “un golpe a tiempo” y qué es un exceso de violencia son demasiado subjetivas o interpretables. En este sentido, se puede producir el problema de la autonomía de la intensidad. Es decir, con este método los padres podrán golpear a sus hijos con una intensidad teóricamente reducida, pero que a la práctica puede ser desproporcional.
Finalmente, “un golpe a tiempo” es un fracaso en la educación hacia los hijos por una razón muy sencilla: hay una multitud de métodos aplicables que no se basan en la violencia. Por ejemplo, se puede educar mediante la motivación intrínseca, las charlas basadas en la reflexión, las demostraciones, los recursos emocionales, la educación basada en las consecuencias, el refuerzo positivo, el refuerzo negativo, el castigo, etc. Por lo tanto, recurrir a “un golpe a tiempo” es una cuestión de voluntad y no de única opción educativa.
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