Un día antes de las elecciones generales británicas todas las encuestas muestran que Boris Johnson sigue aventajando a Jeremy Corbyn, mientras que varias de estos sondeos apuntan a que los tories podrían lograr una leve mayoría parlamentaria absoluta.
Sin embargo, ese mismo pronóstico lo dieron casi todos los sondeos en los pasados comicios de junio 2017 en los cuales Theresa May perdió varias bancas y también la mayoría absoluta. Entonces TODAS las encuestadoras fallaron en predecir quién pudiese lograr una mayoría absoluta en la cámara de los comunes.
Posibilidades si Boris no saca mayoría absoluta...
La tendencia en pro de una amplia victoria de Johnson pudiese ser parada si en determinados distritos se produce el voto táctico y los que quieren un nuevo referéndum europeo deciden votar por el candidato de ese sector que tiene más posibilidades de derrotar a los conservadores y evitar que, al votar por una fuerza que no tiene chances de ganar, se termine favoreciendo a Johnson.
Si las direcciones laborista o liberal pudiesen llegar a alguna forma de acuerdo muy circunstancial e instruir abiertamente a sus electores a que hagan tal cosa, eso podría alterar los resultados finales. Ambas no quieren hacer eso porque implicaría romper con toda su prédica electoral y podría ser aprovechada por el primer ministro para denunciarlos como anti-principistas.
En caso que los conservadores sacasen más votos y parlamentarios, solamente podrían seguir en el gobierno a condición de que logren una mayoría absoluta. Incluso si quedan levemente por debajo del 50% de la cámara de los comunes aún pudiesen tener alguna posibilidad de retener el premierato a condición de que formasen un nuevo pacto con el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP), el cual ha acabado descontento con Johnson porque en su plan del Brexit piensa dar paso a controles aduaneros entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, pero no ante la UE.
También pudiese revitalizar alguna forma de acuerdo con los liberal demócratas, no como el cogobierno que ambos establecieron en 2010-15, sino dejado que Johnson siga en el premierato a cambio que él les haga concesiones o permita un referéndum confirmatorio sobre la UE, aunque éstos último podría generar mucha revuelta en las bases y el electorado del partido amarillo, por lo que no es lo más probable.
Es altamente improbable, por no decir imposible, que el laborismo obtenga más votos y bancas que los conservadores. Sin embargo, Corbyn sabe que aún pudiese ser nominado como primer ministro de un gobierno en minoría secundado por el endose de los nacionalistas de Escocia y Gales, los verdes y, probablemente, de los amarillos.
Un gobierno sin mayoría absoluta difícilmente pudiese durar un quinquenio. En caso de que el parlamento prefiera a Corbyn sobre Johnson, el líder rojo bien podría durar hasta que se prepare un nuevo acuerdo con la UE y se realice a un referéndum europeo para junio. Tras ello bien podrían darse nuevas elecciones generales.
… Y si Boris gana más del 50% del Parlamento
En los comicios pasados de junio 2017 TODAS las encuestadoras fallaron, incluso las que se dieron durante el día de las elecciones. La gran mayoría de éstas sostuvieron que May iba a conseguir una mayoría absoluta mientras que YouGov (quien ahora dice que los conservadores van a superar el 51% del nuevo parlamento) dijo entonces que la oposición iba a sumar más parlamentarios que el oficialismo.
Si se confirmase el pronóstico que los conservadores lograsen mayoría absoluta, esto implicaría que Johnson pudiese intentar gobernar todo un quinquenio y que al final de éste los conservadores pudiesen cumplir 15 años en el gobierno (y con chances a ser reelectos).
Si la bancada conservadora supera el 50% de la cámara de los comunes y los laboristas y liberales demócratas sufran una reducción en su número de parlamentarios, sería inevitable la inmediata o pronta renuncia de Jo Swinson y Jeremy Corbyn al liderazgo de sus respectivos partidos.
En ese caso Swinson podría convertirse en la lideresa no interina de un gran partido británico que menos dure en su puesto. Ella sería acusada de haber precipitado el adelanto de las elecciones y también por no haber formado un pacto electoral con los laboristas permitiendo que ganase lo que sus partidarios liberales demócratas consideran como la peor opción: que se apruebe el plan Boris para salirse en menos de un mes.
Una eventual dimisión de Corbyn alentaría a varias figuras “moderadas” y pro-europeas (del estilo de los alcaldes e Londres o Manchester) a presionar a que su partido se distancie del radicalismo de izquierda. Recordemos que tras la renuncia del socialista Michael Foot al ser castigado por Margaret Thatcher en los comicios de 1983, el “moderado” Neil Kinnock pasó a liderar al laborismo, el cual, al final acabó bajo la larga batuta de Tony Blair quien hizo que éste girase para aceptar varias adaptaciones al modelo neoliberal de Thatcher.
Choques
Un eventual triunfo de Johnson con mayoría absoluta implicaría que él pudiese reestructurar al conservadurismo y seguir arrinconando a sus “moderados” y pro-europeos (como los anteriores primeros ministros John Major y David Cameron y los anteriores cancilleres Kenneth Clarke, Lord Heseltine, George Osborne y Philip Hammond).
Johnson va a querer pasar de ser el primer ministro más débil que ha tenido el Reino Unido en este siglo, a ser el más fuerte, uno que sí fuese capaz de sacar a su país de la UE.
Si Corbyn dice que un nuevo gobierno de Johnson sería “thatcherismo con esteroides”, el actual primer ministro va a querer ganar popularidad en sectores obreros del norte y centro de Inglaterra restringiendo drásticamente a la inmigración pero dando algunas concesiones sociales (como contratando más enfermeras y policías o invirtiendo en el NHS, Servicio nacional de Salud).
Para Gordon Brown (quien es el único ex primer ministro que vive en Escocia), Johnson podría ser el último primer ministro del Reino Unido. Su plan del Brexit puede ser muy apoyado por nacionalistas en Inglaterra pero ha hecho que crezcan los sentimientos en Escocia e Irlanda del Norte para apartarse del Reino Unido, mientras que en Gales viene creciendo la minoría pro-independencia.
Los choques con Escocia e Irlanda del Norte podrán agravarse si es que en estas elecciones el Partido Nacional de Escocia (SNP) arrasa en ese país y si en Irlanda del Norte el DUP pierde peso y crecen los pro-europeos.
El problema del Brexit no se acabaría el 31 de enero, pues de allí en adelante quedan 11 meses para negociar el fin del periodo transitorio, el cual podría extenderse más tiempo o dar paso a una ruptura sin acuerdo. Todo ello daría mucho caldo de cultivo a protestas.
Boris Johnson nunca quiso dar un referéndum confirmatorio, porque él ha querido transformar a estas elecciones generales en una suerte de plebiscito con la ventaja de que para ganar no requiere el 50% sino mucho menos puntos. El problema para él puede ser que su plan termine sin popularidad y provocando numerosas marchas o huelgas, o presiones de grandes empresas ligadas a Europa.
Y, mientras eso pasa, al frente del canal de Inglaterra, en Francia, hay una ola de huelgas, la cual podría terminar contagiando a la otra orilla.
Johnson es un gran admirador de Winston Churchill y ha compuesto una biografía de él. Su ambición es convertirse en otro primer ministro conservador que tenga un gran alcance en la historia, por lo que él siempre ha hablado que con su persona el Reino Unido ha de entrar en una nueva edad de oro.
Mientras tanto nada está seguro para el jueves 12 y los resultados pueden decidirse por pocos votos de diferencia en una docena o veintena de distritos claves. Aún no se puede predecir quien el viernes 13 tendrá un mal día: si el oficialismo azul o los opositores rojos o amarillos.
|