Agustina Guerrero (1982, Chacabuco, Argentina). Dibujante y diseñadora gráfica. Vive en una ciudad española y trabaja para que personas de cualquier parte del mundo conozcan su arte. Si le preguntan de qué subsiste, responde, a veces, con un dibujo. Más de cuatrocientas mil personas siguen su blog AGUSTINA GUERRERO.
Agustina Guerrero ha canalizado sus inquietudes artísticas a través del mundo del cómic. Es argentina con antecedentes hispanos y su estilo comparte rasgos comunes con Quino y Maitena. Su ‘Diario de una volátil’, su ópera prima editada por Lumen, es un “salpicón de historietas” que recogen momentos del día a día de La Volátil, su alter ego. Reflexión, humor y una cierta resignación al estilo de “no queda otra” llenan las páginas de este diario ilustrado.
Agustina, ¿de dónde arranca tu pasión por el dibujo?
¿Cómo surge? Bueno, yo empecé estudiando Diseño Gráfico porque dibujar lo hice desde siempre, desde pequeña, como podías hacerlo tú o cualquiera. Recuerdo que había una asignatura que era dibujo artístico, en la que el profesor nos ponía botellas y frutas para hacer bodegones que a mí me aburrían muchísimo y se me daban fatal. Al acabar la carrera, admiraba a la gente que con un lápiz y cuatro rayas dibujaba algo rápido y pensé que yo también podía hacerlo, porque sentía la necesidad de expresar ideas que llevaba dentro. Antes de lanzarme me entretuve durante seis o siete meses en recopilar información e investigar ilustradores para ver qué estilo se me acomodaba más. Un día hice un garabato de una mujer, me gustó, empecé a ablandar la mano y salieron los primeros dibujos. De esto han pasado ya siete años.
Dicen que de pequeños, algunos dibujantes en lugar de escribir redacciones en el colegio dibujaban historietas
No es mi caso, ojalá lo fuera. No, no me considero una dibujante atómica, pero, mira, ¡tengo un libro hecho con mi propio estilo! [Risas] Y ahora me resulta mucho más fácil dibujar. Soy dibujante por cabezona.
¿Y cómo diste a conocer a La Volátil?
Colgué las viñetas directamente en Facebook, que ha sido mi salvación laboral. La gente empezó a compartirlas y la difusión creció muy deprisa, alcanzando casi los cuatrocientos mil seguidores. La editorial se fijó en ellas y me llamó. A las editoriales, la Red les viene muy bien porque trabajan más sobre seguro y saben qué ilustradores tienen tirón y un público seguidor. Yo había presentado mis dibujos en empresas más pequeñas, pero jamás pude pensar que publicaría en un sitio como Lumen.
Últimamente proliferan los cómics en los que el propio autor es el protagonista de la historieta, ¿estamos ante una nueva moda?
Sí, es cierto. La verdad es que este cómic autobiográfico mío arrancó como un diario íntimo que no tenía necesidad de mostrar a nadie. En lugar de escribir, dibujaba porque se me daba mejor. Yo tenía mi estudio en mi casa y un día al regresar descubrí que me lo habían robado todo: el ordenador con el material que guardaba dentro, incluido un cuento terminado, y varios discos duros externos. Sólo me quedó un ordenador muy viejo, que desdeñaron los ladrones, y una carpeta azul con mis viñetas. Así que como no tenía otra cosa que hacer, las colgué a ver qué pasaba. A mí me funcionó porque la gente tuvo empatía y se sintió identificada con el personaje enseguida. Tal vez les ocurrió algo parecido a lo que me sucede a mí cuando leo un libro en primera persona, que me llega mucho más que cuando está escrito en tercera.
De momento trabajas viñetas sueltas o historietas de un par de páginas, ¿te has planteado dibujar en distancias más largas?
Sí, ojalá que sea el segundo libro que publique.
Te pillé
[Risas] Sí, tengo muchas ganas de hacerlo. Cuando me preguntan esto siempre me imagino a La Volátil en una historieta larga sobre sus vacaciones o algo así. Para mí sería un reto, porque me gustaría dibujar una novela gráfica más que un salpicón de viñetas como hasta ahora.
¿Lo de volátil viene de alguien que se mueve mucho o porque la protagonista está “volada”?
De volada, de tener los pies en el aire. Salió en mi diario íntimo porque la Volátil era mi alter ego y cuando lo puse no pensé más. Es una característica mía y funcionó. Hoy no sé si le pondría ese nombre pero así se quedó.
¿Qué porcentaje de ficción y realidad hay en el ‘Diario de la volátil’?
Si hablamos en términos de porcentaje yo día que estamos al cien por cien. Todas las viñetas que publico tienen relación con cosas que me han ocurrido. He de vivir las situaciones para dibujarlas después, modificándolas y exagerándolas.
Maitena y Quino no están demasiado lejos de tu trabajo, ¿no?
En la comparación, Quino me queda grande.
Sin embargo, tu dibujo tiene rasgos que lo recuerdan. A Quino, digo
Bueno, yo mamé Quino desde pequeña. Cuando era chica iba a casa de mi tía que tenía toda la colección de sus libritos en la entrada. Los miraba una y otra vez. Muchas cosas no las entendía, pero las leía igual. En el aspecto gráfico, la forma en que dibujo los edificios del fondo, incompletos, es suya, se la tomé prestada.
Cuando te planteas la viñeta, ¿qué valoras más: el texto o el dibujo?
Creo que está bastante equilibrado, pero trato de prestarle mayor atención a la idea. Busco que lo que cuento sea potente. En ‘El Diario de una Volátil’ hay viñetas cotidianas y otras con una lectura más profunda, que son las que a mí me interesan y me gustan más. Sí, si tengo que elegir, me inclino más por la idea.
El Diario está dividido en tres partes: Yo, Él y Ellos. ¿Cómo distribuiste el material de cada una de ellas?
¡Buff! Yo tenía el libro terminado y pensamos que había que organizarlo todo para que al lector le resultase más fácil la lectura. A mí me hubiera sido bastante difícil dividirlo, así que se encargó de ello mi editora y creo que ha quedado muy bonito y coherente. Yo dibujé las portadas de cada apartado, cuidando de que guardaran relación con la carátula del libro.
En muchas páginas del libro la sonrisa está presente, ¿qué significa el humor para ti?
El humor es la mejor medicina, es la que lo cura todo. Si estoy de buen humor, paso un día estupendo. Cuando yo veía ilustradores que me hacían reír con sus dibujos, pensaba que lo que ellos hacían era un trabajo muy difícil. ¡Y precisamente ahora yo me dedico a eso! Una sonrisa o una carcajada son la mayor recompensa que puedo recibir por mi trabajo.
Dentro de esta línea humorística, hay dos viñetas muy ocurrentes de las que deducimos dos cosas: que los hombres no sabemos comprar compresas y que los calcetines siempre están desparejados, todo un misterio
[Risas] Todavía guardo las compresas que mi pareja me compró aquel día. Pero esa confusión a mí también me ocurre y cuando voy a la góndola para comprarlas también me lío. Vosotros no tenéis por qué saber de compresas ya que no tenéis la regla. Y sobre los calcetines, la verdad es que aparecen y desaparecen sin motivo aparente. Tengo unos aparejados y otros que están solos y siempre pienso que ya se encontrarán. Unas veces ocurre y otras no, Como tú decías, un misterio.
La última por hoy: aunque ya has avanzado algo, ¿trabajas en algún nuevo proyecto?
Tengo dos grandes retos en la cabeza. Uno es reescribir el cuento que me robaron, dirigido al público infantil que es muy exigente. Y el otro, es el que te decía antes: dibujar a La Volátil desde otra estructura, una historieta lineal con comienzo, nudo y final. Creo que seré capaz de hacerlo y, además, como no quiero que se me agote el personaje, pretendo abordarla de este otro modo.
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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).