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Durante el verano, el consumo de productos frescos como frutas y verduras es mayor. Sin embargo, en invierno estos hábitos se ven mermados y sustituidos por otro tipo de productos estacionales. En este sentido, las fluctuaciones en el consumo de diferentes alimentos entre estaciones pueden dar lugar a cambios en la composición de la microbiota, es decir, de las bacterias presentes en el intestino, y producir efectos adversos en la digestión y la inmunidad.
Es uno de los componentes más utilizados en tratamientos estéticos y dermatológicos debido a sus impresionantes propiedades hidratantes y rejuvenecedoras. Naturalmente presente en el cuerpo humano, especialmente en la piel, las articulaciones y los ojos, su función principal es retener agua, lo que mantiene los tejidos hidratados y flexibles.
La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) advierte que la exposición temprana a la contaminación del aire contribuye al desarrollo del asma infantil. Las condiciones meteorológicas asociadas al invierno y las actividades humanas típicas de esta estación contribuyen a empeorar la calidad del aire en las ciudades españolas.
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