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La desigualdad entre sexos: la biología no conoce de destinos políticos

La biología no conoce de destinos, y es condescendiente o cínico actuar como si así fuera
Jeff Jacoby
jueves, 23 de octubre de 2014, 07:37 h (CET)
¿Vas a votar a Charlie Baker a la gobernación, amor? Lleva tiempo empleándose a fondo en obtener tu apoyo, a través en parte de la familiar técnica de ceder el protagonismo a quienes ya le apoyan. Porque si hay algo que el candidato Republicano a la gobernación quiere que usted tenga presente, es que cuenta con el apoyo real de montones de mujeres.

Hay un perfil "Las mujeres de Charlie" en Facebook y una galería de "Mujeres por Charlie". La noche del martes se celebró en West Roxbury una recepción "Mujeres por Charlie", y el mes pasado hubo en el South End un acto de recaudación "Mujeres de Charlie". Cada noche de miércoles se llevan a cabo cuestaciones telefónicas organizadas de "Mujeres de Charlie". Hace poco hubo hasta una rifa de "cestas de regalos de MdC", rematada con pendientes y camisetas de "Mujeres de Charlie". No hace falta decir que en el encabezado de cada página del portal electoral de Baker, hay un enlace de "Mujeres de Charlie".

Todo lo cual tiene bastante sentido - suponiendo que usted crea que la biología marca el sino político, y que el candidato que pierde el voto femenino pierde las elecciones.

Pero la biología no conoce de destinos, y es condescendiente o cínico actuar como si así fuera. Los candidatos ganan elecciones todo el tiempo sin convencer a la mayoría de las mujeres. Hasta los Republicanos. Hasta en Massachusetts.

Durante décadas, tertulianos e iniciados de la política han hablado sin parar de "la desigualdad de género" en la política norteamericana, que se interpreta de forma generalizada como que los Republicanos las pasan canutas la jornada electoral a causa de su ausencia de tirón entre las féminas. Es muy cierto que las mujeres (las solteras en especial) tienden a votar más a los Demócratas. Pero también es verdad que los caballeros tienden a votar más a los Republicanos - un refuerzo que ha augurado la derrota de un buen número de aspirantes Demócratas. A nivel presidencial, los candidatos Demócratas han atraído más el voto de las mujeres que sus rivales Republicanos, en todos los comicios celebrados desde 1980, pero aun así los Republicanos se han hecho con la Casa Blanca en cinco de esas nueve campañas.

La brecha de género tampoco ha resultado fatal para las esperanzas Republicanas a nivel estatal.

"En todas las campañas a la gobernación de los años 90, el voto masculino al candidato Republicano superó con creces al voto femenino al candidato Demócrata, generando así una ventaja competitiva neta al Partido Republicano", dice una antigua becaria de la Casa Blanca Clinton, Elaine Kamarck, en un análisis de la política en Massachusetts publicado en el año 2003 por la revista CommonWealth. Una crónica publicada en septiembre por el Boston Globe acerca de que Baker y Martha Coakley se disputan "una guerra por el voto femenino este otoño" se acompañó de una gráfica de barras que desglosa de forma útil el voto por sexos y candidatos en seis comicios reunidos celebrados en Massachusetts desde 1998. En cuatro de esas campañas estatales, ganó las elecciones el candidato que obtuvo el mayor número de votos entre los varones - y tres de los cuatro fueron Republicanos. Solamente en dos ocasiones hubo una victoria Demócrata sin la mayoría de votantes masculinos: cuando el gobernador Deval Patrick repelió el desafío de Baker en 2010, y cuando Elizabeth Warren desahució al senador Scott Brown de su escaño en 2012.

¿A qué viene entonces el obsesivo hincapié en la necesidad Republicana de obtener resultados mejores entre las mujeres? Si el objetivo es ganar los comicios, a los Republicanos les saldría presumiblemente igual de bien apostar por sus puntos fuertes y concentrarse en elevar su porcentaje de votos masculinos todavía más. Por contra, los Demócratas deberían de preocuparse por su aparente problema entre los varones tanto por lo menos como el otro grupo debe perder el sueño por su presunto problema entre las féminas. ¿Dónde está el perfil en Facebook de "Caballeros de Martha"? ¿Por qué no aprovecha ella cualquier oportunidad para explicar que una administración Coakley sería un regalo a los caballeros de Massachusetts?

Barbara Anderson, la intrépida responsable del colectivo Ciudadanos por la Gravación Limitada y curtida veterana de la actividad política de Massachusetts desde los tiempos de la Propuesta 2½ que limitaba la carga impositiva municipal, respalda firmemente a la gobernación a Baker. Pero se negó a asistir a un acto reciente de "Mujeres de Charlie", escribe en Salem News, "porque ya he dejado de acudir a actos que empiezan por `Mujeres de' más". Anderson no quiere que los políticos la vean sobre todo como miembro de su sexo, a ser cortejada según esas líneas. ¿Por qué iba a ser de otra manera? Coakley y ella no están de acuerdo en nada y "aparte del sistema reproductivo", escribe Anderson, no tienen nada en común. "¿Por qué suponen los consultores políticos que las demás mujeres van entonces a apoyar a una de las suyas como si concurrieran en tropel?"

Justo en el clavo. La brecha entre sexos es real, y probablemente sea una faceta de la política norteamericana durante los próximos años. Es una de las múltiples discrepancias que hacen que un género resulte interesante, exasperante y curioso al otro. Pero solamente es una tendencia, ni siquiera llega a regla empírica. Montones de mujeres votan a los Republicanos; montones de hombres votan a los Demócratas. Existen influencias sobre las decisiones electorales mucho más fuertes que la presencia o ausencia del cromosoma Y - la ideología política, la religión o el estado civil, por poner solamente tres. Su sexo es un motivo ridículo para votar a un candidato. Es un motivo todavía peor para que un candidato le pida su voto.

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