La terapia asistida con perros comenzó hace más de 20 años a nivel europeo y mundial
aunque su implantación en España se desarrolla de forma muy lenta. Presentamos dos
experiencias: la de la Asociación de Perros de Asistencia en País Vasco (AEPA Euskadi),
que comenzó en 2007, y la del Centro de Educación Especial María Montessori en el
municipio madrileño de Parla, iniciada en el año 2008.
Desde la asociación vasca trabajan con la terapia asistida con perros entre personas
con alguna discapacidad física, en residencias de mayores o entre reclusos
penitenciarios. Constituyen intervenciones con objetivos terapéuticos en las que
participan uno o dos perros, al menos un profesional de la salud y terapeutas.
Desde AEPA Euskadi defienden como esencial el bienestar del perro. "Hemos
desarrollado nuestra propia forma de trabajo con los perros, desterrando todo lo que
nos parece un abuso hacia el animal", apunta a Infosalus Cristina Muro, presidenta de la
asociación vasca.
Estas prácticas abusivas incluyen que los perros no vivan en hogares, realicen
demasiadas sesiones, que éstas sean demasiado largas o cualquier forma de
inmovilización del perro (obligarles a tumbarse y a mantenerse así por ejemplo).
"Nosotros no hacemos nada de eso. Nuestros perros viven en su hogar y dejamos que en
las sesiones siempre estén a gusto y que puedan comportarse como lo que son: perros",
añade Muro.
Son sus dueños los que se forman para llevar adelante la terapia pero el perro debe
sentirse bien con la tarea. No hay razas ni características caninas más apropiadas, los
hay de todas las razas, lo importante es el dueño y no el perro, un dueño que les
entienda y sepa cuándo dan muestras de no estar a gusto o hay indicios de estrés .
"Se realizan juegos con los perros que les agradan y son comunes para ellos como
jugar con una caja de cartón u oler y encontrar objetos escondidos. Suelen participar
en los últimos minutos. El perro incorpora cariño, ilusión, parece uno más de la sesión",
comenta la presidenta y co-fundadora de AEPA Euskadi, educadora canina por la escuela
de Turid Rugaas.
El equipo de la asociación vasca realiza cursos de formación entre personas que
quieren aprender a tratar a sus perros. Es entre estas personas y sus animales de donde
surgen la mayoría de los participantes que trabajan en la terapia asistida con perros. En
la asociación un 10% es personal remunerado y un 90% son voluntarios.
"Muchas personas se reenganchan después de pasar por un curso de formación, hasta
un 50% de quienes han pasado por la asociación continúan teniendo una relación
profesional con el mundo del perro ya sea en peluquerías, clínicas veterinarias o
actividades de adiestramiento", explica Muro.
En las sesiones en la cárcel de Basauri se incluyen entre 8 y 10 personas y se realizan
tres cursos al año en sesiones grupales de dos horas semanales. Llevan ocho años con
este proyecto mientras que en el caso de personas mayores con pluripatologías son casi
nueve los años que llevan trabajando con las sesiones de terapia asistida con perros.
También han participado en intervenciones en pisos de acogida o en campos de trabajo.
"Los perros aceptan a todos por igual, crean un vínculo afectivo y emocional, no
enjuician", apunta Muro sobre la relación de los animales con los reclusos y añade que
en el caso de los mayores también ayudan en el ámbito de las emociones ya que son
fuente de bienestar y felicidad.
"Tratamos con personas mayores que no hacen muchas cosas durante la semana y que
se activan para relacionarse con los perros, que constituyen un estímulo muy poderoso
para ellos. Las personas presas no fallan a ninguna sesión y son muy expresivas sobre el
bien que les hace", apunta Muro.
Desde AEPA Euskadi entienden la educación canina desde lo positivo, entender sus
motivaciones, etapas, cómo prepararles para el entorno, para que se sientan lo mejor
posible, cómo ayudarles o qué cosas evitar. "En las terapias los perros también
encuentran satisfacción si no fuera así, no querrían participar o su participación no
tendría un efecto tan positivo", concluye Muro.
EQUS Y ARGOS, COMPAÑEROS EN EL AULA
La experiencia del María Montessori surgió del empeño de Ana María Villalobos,
profesora de educación especial en este centro madrileño con 152 alumnos de entre 3 y
21 años y una diversidad de tipos y grados de discapacidad.
El trabajo con los dos perros de Ana, un golden retriever y un boxer llamados Equs y
Argos, acreditados por AETANA (Asociación Española de Terapia Asistida con Animales y
Naturaleza), se realiza en el centro de educación especial desde 2008. Tres veces por
semana y tres semanas por aula en grupos de 5 a 8, los niños disfrutan de los perros y
cada uno recibe un seguimiento y un objetivo terapéutico en el que los animales
participan.
"Lo importante es que los perros estén bien y no se saturen. Se realizan informes de
evaluación inicial con los objetivos y un programa individual. Los perros son un
complemento que motiva mucho a los niños, crean un vínculo con ellos y es
posible observar la progresión. El trabajo de los perros es como un juego para ellos
y desde junio hasta finales de septiembre tienen vacaciones", explica a Infosalus
Ana María Villalobos.
La sesión dura 30 minutos y entre sesión y sesión, cuando se realizan varias por día, los
animales tienen un descanso y nunca se les obliga, deben trabajar por motivación. "Es
importante el entrenamiento, que siempre tiene que ser en positivo, pero es un binomio
entre cuidador y perro ya que hay que saber detectar cuándo están cansados los
animales", aclara la pedagoga.
Aunque los perros lo hacen todo más divertido en el aula, Villalobos destaca la
necesidad de crear un vínculo adecuado entre los perros y los niños que incide en que se
pierda el miedo al animal o no se le trate como un juguete y en extrapolar lo aprendido
en la relación con el perro a la vida cotidiana de los niños aportándoles más autonomía.
"Hay niños que no tienen un lenguaje funcional y que sin embargo son capaces
de nombrar a los perros para preguntar por ellos, esto supone además para ellos
un salto emocional muy grande", señala con emoción Villalobos. La relación con otro
ser vivo, el contacto físico, su forma de comunicarse distinta, son todos elementos de
activación positivos para los menores, en los que es visible cómo anticipan la llegada de
los perros, incluso cuando se trata de niños muy afectados a nivel general (alumnos con
plurideficiencias).
No obstante, la educadora apunta como principales aspectos a tener en cuenta al
planificar los objetivos: superar el miedo por parte de algunos alumnos, la tendencia a
pensar en el perro como un juguete o la necesidad de considerar el bienestar del animal
y la generalización del aprendizaje.
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