El pasado lunes 20 de febrero, cuando se cumplían dos semanas del terremoto en Turquía y Siria, la tierra volvió a temblar con seísmos de 6,4 y 5,8 grados en la escala de Ritcher, golpeando nuevamente el sureste de Turquía cerca de la frontera con Siria. Este nuevo seísmo, unido a las más de 3.000 réplicas que se han llegado a contabilizar en los días posteriores al primer terremoto, hace todavía más necesaria la ayuda psicológica a las víctimas para que superen el miedo y otro tipo de patologías que pueden aparecer si no se tratan a tiempo.
Según explica la experta psicosocial de Acción contra el Hambre, Silvia Rodríguez, desplegada en Turquía, “en emergencias como esta, la gente sufre muchísimas pérdidas humanas y materiales y tiene que cambiar todos sus planes de un día para otro. No saben si van a poder comer, dónde van a dormir…” Todo esto impacta muchísimo en su bienestar psicosocial. “Sabemos que el porcentaje de personas que a largo plazo necesita una ayuda especializada es relativamente pequeño siempre que durante las primeras etapas de la crisis reciban apoyo para poder contener y manejar adecuadamente estas emociones y tengan acompañamiento psicosocial desde el inicio”, subraya Rodríguez.
Silvia Rodríguez, Experta Psicosocial de Acción contra el Hambre frente a un almacén en construcción entregado por la ONG a su entidad socia, Support to Life, en la provincia de Hatay (Turquía) © Ana Mora Segura / Acción contra el Hambre
La experta resalta que, durante las primeras semanas, “las reacciones intensas son una respuesta natural a la crisis que han experimentado”, por lo que no es adecuado hablar de patologías o problemas de salud mental hasta que “a partir del primer mes se empieza a valorar si realmente las personas están teniendo dificultades para superar este hecho y necesitan una intervención más especializada”.
“Las reacciones más normales, sobre todo en las primeras semanas, son síntomas de depresión, de ansiedad y trastornos del sueño. Por ejemplo, en este último caso, si las personas son incapaces de dormir durante una semana, ya se estima que hay una cuestión que necesitamos tratar porque es una reacción que le va a dificultar un funcionamiento adecuado en otras áreas, como su propio cuidado, alimentación o participación en actividades comunitarias”.
Por eso, en esta respuesta a la emergencia se incluye la atención psicosocial, un enfoque clave en estos momentos para prevenir el desarrollo de patologías psicológicas entre los supervivientes. El apoyo psicológico a las víctimas, pero también a nuestros equipos de emergencia que intervienen en el terreno y que, a menudo, se encuentran con situaciones límite, es fundamental.
Tras sufrir una crisis como la de este terremoto, el más catastrófico en la historia moderna de esta parte del mundo, a muchas personas les cuesta realizar tareas básicas, como mantener propia higiene o cuidar de menores, porque sufren síntomas depresivos y se quedan sin energía. Además, los ataques de pánico son muy habituales en las semanas posteriores. Por eso, es imprescindible que las personas que trabajan dando respuesta a esta población puedan detectar estos casos, derivarlos a recursos especializados si es posible y, si no, contenerlos con primeros auxilios psicológicos.
Si estas personas tienen acceso a primeros auxilios psicológicos, a grupos de apoyo o a actividades en las que puedan contribuir a la comunidad y mantenerse activas, el porcentaje de casos con problemas de salud mental a medio o largo plazo puede ser considerablemente menor.
Una cocina comunitaria para fortalecer la cohesión social
Precisamente una de las primeras actividades puestas en marcha por el equipo de emergencias de Acción contra el Hambre en Turquía ha sido el apoyo con materiales de cocina, alimentos, así como kits de higiene, estufas o mantas a una cocina comunitaria en la provincia de Kahramanmaraş, llevada por personas voluntarias afectadas por esta crisis que han tomado un rol activo para sostener a su comunidad.
“Unos de los principales sentimientos que hay después de un suceso como éste son la desesperanza y la sensación de ser una víctima, de no poder formar parte de la solución. La cocina comunitaria de Kahramanmaraş es un excelente ejemplo de cómo ser partícipes de la distribución de alimentos y su preparación fortalece el apoyo social de las personas afectadas y su conexión con las demás personas afectadas y su comprensión de que juegan un papel importante en la respuesta que se está dando”, resalta Rodríguez.
Además, junto a la organización humanitaria Support to Life, socia de Acción contra el Hambre en Turquía, se está planificando una serie de actividades para cubrir las necesidades psicológicas para ayudar a la población desplazada a establecer rutinas dentro de su vida actual, de la forma más saludable posible y que contribuyan a su recuperación a nivel psicosocial, así como el establecimiento de espacios seguros para madres y niños, en los que poder trabajar a nivel psicosocial con ellas y favorecer actividades de juego y bienestar para la infancia.
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