Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Animalistas | Toros

¿Trepanación o ibuprofeno? Pues depende

Con los pies en el Siglo XXI y el alma en el Siglo XII
Julio Ortega Fraile
sábado, 16 de abril de 2016, 11:41 h (CET)
Decía el escritor Charles Bukowski que el conocimiento si no se sabe aplicar es peor que la ignorancia. Algo de eso tiene que haber porque sin duda añade responsabilidad, porque desaparece la eximente que podría constituir el no saber. Cuando el error deja de ser insuperable pasa a convertirse en conciencia del acto, de su grado de necesidad y de sus consecuencias y en ese momento si aún pudiendo prescindir de él, si aún sabiendo que fue parido por el oscurantismo, amamantado por la iniquidad y criado por la aberración y no teniendo la menor duda del precio que alguien habrá de pagar por su comisión se lleva a cabo igualmente, su autor ya no es un ignorante sino un tremendo egoísta, es un ser despiadado o un tarado emocional. Probablemente chapotee en los tres charcos a la vez.

Hay realidades físicas, psicológicas y sociales que han dejado de ser desconocidas o equivocadas y cuya puesta en duda equivaldría a seguir afirmando que el sol gira alrededor de la Tierra o que los epilépticos están endemoniados. He aquí algunos ejemplos:

Que el estrés, el miedo y el dolor están presentes en los toros durante la lidia.

Que la tauromaquia recibe de forma directa e indirecta subvenciones del dinero de todos los ciudadanos y que sólo por ese motivo pervive todavía.

Que las corridas también son una forma de violencia con los menores contra la que incluso ha prevenido el Comité de los Derechos de los Niňos de la ONU…

Que no se caza por subsistencia ni por conservación sino por competitividad y por el placer que algunos sienten al matar.

Que en los países donde la caza deportiva se ha prohibido no ha habido efectos negativos y la vida sigue igual, sin invasiones de manadas o jaurías, sin humanos devorados ni catástrofes medioambientales.

Que los cazadores son agresivos y carentes de empatía, que provocan víctimas humanas en su obsesión por cazar como sea y que detrás de numerosos casos de violencia de género o social hay detrás un cazador y sus armas…

Que en numerosas granjas para el consumo los animales reciben un trato que calificar de sádico se queda corto y que absolutamente en todas ellas sufren.

Que en los mataderos, con sus sistemas en cadena para optimizar tiempo y dinero, la agonía que padecen a menudo es larga.

Que es posible estar perfectamente alimentados y saludables sin comer productos de origen animal…

Que en la industria de la peletería las condiciones de vida de los legítimos dueños de su piel son espantosas.

Que muchas veces son completamente desollados estando todavía conscientes.

Que hoy en día las prendas sintéticas imitan perfectamente en aspecto y abrigan igual que las que proceden de criaturas despellejadas…

Que en los circos con animales éstos muestran conductas antinaturales y dolorosas sólo por miedo al castigo.

Que detrás de su uso existe un entramado del asesinato y del robo para surtir de "artistas" esclavos a los empresarios circenses.

Que en cada función se enseña a los niños a reír con el maltrato y con la dominación de criaturas inocentes…

Que los zoológicos son cárceles de criaturas tristes y enfermas física y psicológicamente.

Que no hay pedagogía ni verosimilitud en mostrar a espectros encerrados de animales que nada tienen en común más que su aspecto, y a veces ni eso, con sus hermanos en libertad.

Y que cuando ya no sirven se les mata, o se les guarda fuera de la vista del público a la espera de ser vendidos a zoológicos todavía peores o a puestos exclusivos de caza…

Que la experimentación con animales se ha convertido en un negocio de becas, estudios, publicaciones, cría y tráfico de seres vivos.

Que se les sigue obligando a beber lejía o echando ácido en los ojos muchos años después de conocer perfectamente cuáles son las consecuencias.

Que existen numerosos métodos alternativos incruentos que hace tiempo que se usan en algunos laboratorios o facultades y han demostrado su plena efectividad…

Que el negocio de las mascotas es origen de abandonos, sufrimiento, sacrificios y accidentes.

Que no se soluciona el problema del exceso de aves en núcleos urbanos con campañas de exterminio sino de esterilización.

Que no hay gracia, folclore ni devoción en jalonar el camino a El Rocío con cadáveres de mulas o caballos muertos por golpes, agotamiento y sed sino una falta de compasión y estupidez infinitas.

Que la crueldad nunca puede estar justificada por constituir una tradición.

Que existe un vínculo mental y real entre violencia con animales y la violencia con humanos como explican profesionales de la medicina o de la policía y demuestran los historiales de numerosos asesinos.

Que estar exento de obligaciones por razones de fuerza mayor (ser animal no racional, ser un bebé o padecer demencia senil, por ejemplo) no puede implicar carecer de derechos, algunos tan fundamentales como la libertad o la vida…

Podría continuar pero para qué, no es necesario, el que quiera entender ya lo habrá hecho y el que no desee o no le convenga reflexionar también pero la verdad sobre las cosas es sólo una aunque luego, cada cual, se fabrique su realidad en función de sus conveniencias, o diseñe sus mentiras, sus disculpas y sus excepciones.

Quisiera ver a los que dicen que hay que respetar las tradiciones teniendo que batirse a muerte en duelo cada vez que alguien considerase que habían ultrajado su honor en vez de tirar de abogado.

Y a los que dicen que el humano primitivo ya cazaba y que en todo hombre sigue habiendo un cazador, hacer que le practiquen una trepanación igual que en el neolítico si se levanta con migrañas en lugar de tomarse un ibuprofeno.

No podemos, porque esa es una conducta profundamente mezquina y dañina, ser modernos para nosotros y medievales para otros pero lo he dicho mal, podemos sin duda aunque no debamos y dos cuestiones vienen a alimentar ese poder conductual y a despreciar ese no deber moral: que la ley lo permite y que al hacerlo nosotros o los nuestros no sufrimos daño alguno. A partir de ahí todo se reduce a disquisiciones éticas y en lo que a ética se refiere cada uno la sitúa en el lugar que le da la gana en su escala de prioridades.

Porque sólo eran negros, sólo eran mujeres o sólo eran judíos, ¿recuerdas? Sólo son animales, ¿no?

Y no, no me mires así, otros muchos también se escandalizaron en su día por comparar a los tres primeros del párrafo anterior con los blancos, los hombres o los arios.

Noticias relacionadas

Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto