En el vasto campo de las leyendas y misterios, todas las ciudades compiten por ser la que cuente con el más extravagante, extraño o célebre. Y, ciertamente, algunas ciudades españolas como Granada, o especialmente las mexicanas, son archiconocidas por sus cuentos y leyendas.
En esta particular pugna, Murcia no se queda atrás, ya que cuenta con un buen puñado de leyendas como las que se presentan a continuación.
Leyenda del campanero
Se dice que en Murcia hubo un joven pendenciero que traía a sus padres de cabeza: no gustaba de trabajar, no aprendía ni a hacer la “o” con un canuto, y pasaba el día de taberna en taberna. Desesperados, los progenitores lo llevaron al convento de los dominicos, donde, tras mucho sufrimiento y viéndose expulsado, aprendió el arte de la adulación.
Y tan bien aprendió el arte, que los monjes le concedieron el cargo de campanero en la catedral de Murcia; pero pronto volvió el joven a las andadas y pasaba los días durmiendo las borracheras que cogía de noche, por lo que las campanas de la catedral no sonaban.
Cuentan que, borracho como iba, fue a tañer las campanas; pero, sin que se diera cuenta, una de ellas lo enganchó y lo lanzó por los aires fuera del campanario hasta el tejado de una casa vecina. Al verlo, las gentes pensaron que era obra del demonio, aunque el joven pronto dio explicaciones de lo ocurrido.
Desde entonces en Murcia existe el refrán que dice que “el vino más bueno, para el que no sabe mearlo, es veneno”.
La Virgen de los Remedios o del Cuello Tuerto
Dicen que en la Murcia del siglo XVII emergió de las aguas una pesada imagen de la Virgen de los Remedios, y que muchos fueron quienes trataron de sacarla del río sin poder, hasta que los padres mercedarios lo lograron cuando recibieron el anuncio de que debían ser ellos.
Pero esta, aunque interesante, no es la leyenda que nos ocupa. Según reza la leyenda, un joven donjuán iba tras una bella y lozana dama para beneficiarse de sus carnes. Ésta, que veía ya poco efectivos sus intentos por no dejarse caer en las redes del caballero, le hizo prometer ante la mencionada virgen que se casaría con ella si se dejaba besar, a lo que el joven accedió de buen grado.
El tiempo pasó y el joven, lejos de cumplir su promesa, se jactaba por las tabernas de haber retozado con aquella moza sin haber empeñado palabra alguna. Por esta razón, la murciana llevó al joven ante la Virgen de los Remedios y preguntó si era cierta o no la promesa empeñada tiempo atrás. Dicen que la Virgen inclinó la cabeza para confirmar la promesa y desde entonces se la conoce como la Virgen del Cuello Tuerto.
Los incendios del Teatro Romea
El edificio que alberga el actual Teatro Romea fue propiedad de la Iglesia, concretamente de la orden de Santo Domingo, también convento de la ciudad; y fue uno de los tantos bienes arrebatados a la institución eclesiástica durante una de las desamortizaciones del siglo XIX. Dichas desamortizaciones afectaron al convento de Santo Domingo en la medida en la que le fueron retirados el huerto y el cementerio, que posteriormente fue trasladado y sobre el que se levantó el teatro.
Hasta aquí lo que por la ciencia histórica sabemos con certeza. La leyenda comienza cuando un monje del mencionado convento, descontento con el traslado de los restos sepultados en el cementerio y la construcción en él del espacio público, maldijo la obra y la condenó a arder hasta tres veces. De acuerdo con la profecía, en el primer incendio, que se produjo en 1877, no moriría nadie, y así fue; en el segundo, en 1889, fallecería una persona, y así se cumplió.
El tercero de los incendios ha de llegar todavía de acuerdo con la maldición, y en esta ocasión, todo el público ha de perecer. Verdad o mentira, los murcianos parecen convivir sin miedo con la profecía.
Los fantasmas del preventorio
Los sanatorios para enfermos mentales, tuberculosos y orfanatos han estado siempre rodeados de misterio y leyendas de fantasmas y fenómenos extraños. No hay edificio de este tipo que escape a la imaginación popular. Y el de Sierra Espuña no podía ser una excepción.
El edificio se levantó a principios del siglo XX para tratar la tuberculosis, y estuvo en funcionamiento hasta la década de 1960; pese a que numerosos proyectos públicos lo ponen en valor nuevamente, en 1995 se da definitivamente por abandonado, aunque no por olvidado, pues rápidamente empezaron las historias de apariciones, de extraños ruidos, de seres de otro mundo que campaban a sus anchas entre los viejos muros del sanatorio y en los bosques colindantes.
Sin duda, los ruidos del bosque, el frío, el aspecto tétrico del edificio y la sugestión han jugado malas pasadas a quienes han hecho noche cerca y a quienes lo visitan. Mito o realidad, el sanatorio es un símbolo más de la infinidad de leyendas y misterios que viven, a veces olvidadas casi, en esa Murcia mágica y fantástica.
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