El halo imperial de Pekín se mezcla con la mística de la ciudad milenaria. Una historia de más de 3.000 años desde su fundación por los invasores mongoles y de 900 como capital de China, la convierten en un lugar de fábula. Una urbe de contrastes: impresionantes conjuntos palaciegos, exuberantes templos sagrados, pintorescas callejuelas y modernas avenidas de flamantes rascacielos.
No muy lejos, a 50 kilómetros de esta poblada ciudad de 22 millones de habitantes, se halla la meganecrópolis de las Tumbas Ming, mausoleos de muchos de los emperadores y emperatrices de esta dinastía y algo más allá, a 80 kilómetros, se ubica Badaling, el punto de acceso más cercano a la capital a la zona restaurada de la impresionante Muralla China.
Los imprescindibles de Pekín La Ciudad Prohibida, que se emplaza en el corazón de la ciudad y que cuenta con una extensión total de 720.000 metros cuadrados, albergó durante siglos en su impresionante palacio real a los emperadores de las dinastías reales Ming y Qing hasta la destitución del imperio manchú en 1912. Pero es paradójico que la entrada al recinto sagrado e imperial esté custodiado actualmente por el retrato de Mao Zedong, el líder supremo que gobernó la República Popular de China desde 1949 hasta su muerte en 1976.
Este conjunto palatino, el más grande del mundo, es el modelo perfecto de la arquitectura palaciega tradicional de China y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987. Se encuentra rodeada por una muralla de 8 metros de altura y un foso lleno de agua de 6 metros de profundidad.
Pero si su aspecto exterior deslumbra, aún lo hace más su interior con patios, puentes, salones y palacios de excelsa belleza. Sus más de 9.000 estancias acogieron antaño las residencias reales y las de la corte.
La plaza de Tiananmen, antesala de la Ciudad Prohibida, es, sin ningún género de dudas, uno de los lugares más emblemáticos de Pekín. Epicentro de la capital y escenario de las grandes celebraciones militares y actos civiles multitudinarios. En sus lados se hallan el Museo de la Historia, el Museo Nacional de China, el Monumento a los Héroes del pueblo y el Mausoleo de Mao Zedong, lugar donde se exhibe embalsamado los restos mortales del líder comunista.
El Palacio de Verano, la residencia estival de la realeza, es tan colosal como la Ciudad Prohibida. En su época de mayor esplendor fue, además de centro de poder, descanso durante el estío de los emperadores desde el siglo XVIII. Circundado por un magnífico y extenso lago, su interior cobija salones, palacetes, jardines y torres que lo engalanan.
Pero quien se lleva la palma como espacio sacro por excelencia es el Templo del Cielo, el más extenso de toda China, construido por la dinastía Ming y protagonista en tiempos remotos de sacrificios en honor a los dioses implorando buenas cosechas. El pabellón de la oración, el altar circular, la bóveda imperial del cielo y el salón de la abstinencia son los cuatro emplazamientos del aposento sagrado que se encuentra rodeado por un parque, abierto al público, tan amplio que incluso llega a doblar la extensión de la Ciudad Prohibida.
La ciudad de antes y de ahora
Los hutong son los callejones que conforman el casco antiguo de Pekin y, en general, de todas las ciudades chinas. Se trata de antiguas viviendas ubicadas en torno a un patio cuadrado con baños y lavaderos comunitarios. Aunque aún permanecen en pie bastantes, muchos de ellos fueron demolidos a principios de este siglo para dar paso a una ciudad arquitectónicamente más ordenada y moderna. Y la mejor forma para visitarlos es tomar un rickshaw (un vehículo ligero de dos ruedas que se desplaza por tracción humana, ya sea a pie o a pedales).
Mientras que en la histórica calle de Liulichang se pueden adquirir valiosas antigüedades y artesanía tradicional (cerámica, alfombras, jarrones, pinturas o pergaminos) en las tiendas emplazadas en las viviendas de piedra clásicas chinas.
Pero la celebración de los juegos Olímpicos de Pekín 2008, dio paso a la ciudad ultramoderna. Barrios residenciales de viviendas de lujo, otros que cuentan con lujosos restaurantes y tiendas como el de Quianmen, el Estadio Olímpico conocido con el sobrenombre de “el nido” por su aspecto exterior y las dos deslumbrantes y sostenibles construcciones: el Galaxy Soho (en el centro financiero pekines) y el Wangjing Soho (a las afueras de la ciudad que acoge multitud de empresas tecnológicas, en su mayoría, de nuevo cuño) que dan forma a su skyline urbano de aspecto futurista.
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