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Tengo que confesar que, mientras fue diputado autonómico o alcalde Sevilla, el Sr. Espadas me pareció un mal político y mucho más aún, cuando me enteré de los enjuagues que hizo para colocar a su mujer en Faffe. Nada diferente a los Chaves, Griñán y compañía a quienes quieren dignificar los socialistas andaluces.
En el soberbio ataque continuo de Trump a sus “queridos aliados” ha lanzado una muy significativa amenaza de fondo, “castigará” con un 10% de aranceles adicional a los países europeos que cooperen económicamente con los países que integran los BRICS. En ese ficticio lenguaje consabido de Trump, que encarna a Humpty Dumpty, “la cuestión es saber quién es el que manda”, amenaza a cualquier país que se alinee con las “políticas antiestadounidenses de los BRICS”.
Para adentrarnos en la crítica a la tolerancia a la imbecilidad, es fundamental delimitar el concepto. El término “imbécil” proviene del latín “imbecillus”, que significa “débil”, “sin báculo” o “sin apoyo”. Se refería a una debilidad física o mental, a alguien que carecía de la fortaleza para sostenerse por su cuenta. Con el tiempo, su significado evolucionó para designar a una persona de entendimiento limitado, con escaso juicio, o que se comporta de manera necia.
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