MADRID, 1 (OTR/PRESS)El pasado lunes, bastaron cinco segundos para que en España viviéramos un acontecimiento inédito. En cuestión de segundos nos hicimos analógicos porque las pilas de toda la vida no fallaron y la radio, en una labor más que encomiable, nos acompañó mientras nuestros móviles quedaron muertos y nosotros aislados. En cuestión de segundos percibimos nuestra vulnerabilidad, esa que percibimos y sufrimos durante la pandemia. De nuevo hemos experimentado que nuestro bienestar, nuestras certezas que damos por blindadas e incluso nuestra vida están fuera de nuestro control. En cuestión de segundos todo puede cambiar. Tuvieron que pasar unas seis horas para que esos cinco segundos se convirtieran en una nueva contienda política que se reafirmó con la segunda comparecencia del Presidente, esa en la que puso el foco en las empresas privadas y en la que lejos de aportar alguna certeza abrió la posibilidad de que todo se trataba de un ciberataque, extremo que desde REE se descartó después del correspondiente análisis en el que participó hasta el mismo CNI. El Presidente llegó a hablar de su contacto nada menos que con la OTAN. El conflicto estaba servido y de nuevo la ideología ha colonizado lo que debiera ser un asunto meramente técnico y resuelto desde la técnica, desde la ciencia con las aportaciones e informaciones de auténticos e independientes expertos. Pero no. Al final, el debate se ha reducido a que quienes apoyan a muerte las renovables son quienes están a favor del progreso colocando a las nucleares en un pasado que al parecer hay que dar por finiquitado. No faltan tampoco los que desprecian, por sistema, las renovables y ni unos ni otros son expertos ni ajenos a intereses políticos. Es casi vergonzoso que ante un acontecimiento de extrema gravedad no se sea capaz, sobre todo desde el Gobierno, de ampliar la mirada, de a abandonar apriorismos, y aceptar con humildad, si es el caso, que quizás su decidida apuesta por las renovables debería acompasarse a las infraestructuras necesarias. Para que nada falte, el Gobierno ha enviado al CNI a los actores privados porque no se fían de las eléctricas. Es esto razonable en sí mismo o pura estrategia política? Hay que perder toda esperanza de una reflexión serena. Alguien se puede creer que a día de hoy si hubiera sido un ciberataque no se sabría?. Expertos conocidos aseguran que si, que por lo menos habría indicios concluyentes de que ese ciberataque se hubiera producido. Por que no aceptar que quizás ha habido un fallo de cálculo que desembocó en lo vivido?. Por que se le nota tanto al Presidente que parecer querer que haya sido un ataque exterior?. Para dilucidar lo ocurrido se ha creado una comisión "independiente" presidida por la ministra del ramo. Si, resulta que es independiente... Cuando la ideología, los apriorismos campan por sus respetos la verdad en estado puro, que en este caso sólo la pueden aportar los expertos de verdad, se convierte en una quimera. Daría mucha tranquilidad, aportaría credibilidad a lo ocurrido si los políticos, empezando por el Gobierno, dieran un paso atrás, se callaran por unos días y que dejaran el micrófono a quienes de verdad saben porque de lo contrario corremos el riesgo de no saber nunca la verdad verdadera que es lo que los ciudadanos necesitamos y merecemos.
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