MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
Las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que consumen más ácido docosahexaenoico (DHA, por su nombre en inglés), que es un nutriente aportado por el pescado azul, presentan una mayor preservación cortical en zonas del cerebro específicamente afectadas y un menor número de microhemorragias.
Ésta es la conclusión de un estudio liderado por investigadores del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC) -centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall- con el impulso de la Fundación "la Caixa". Es una de las mayores investigaciones realizadas hasta ahora sobre los posibles beneficios de la ingesta de ácidos grasos omega-3 en personas portadoras del genotipo que confiere un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer: el APOE ε4/4.
"A los beneficios que ya sabíamos que tiene el consumo de pescado azul en la salud cardiovascular, ahora podemos añadir que proporciona una mayor resiliencia cerebral en la enfermedad de Alzheimer en aquellas personas con más riesgo genético de desarrollarla", explica Aleix Sala, primer autor de la investigación y especialista en nutrición e investigador del BBRC, quien añade que el estudio "abre la posibilidad de mejorar el diseño de intervenciones dietéticas con suplementación de DHA”, sobre todo en las personas con más riesgo de desarrollar Alzheimer.
El estudio, publicado en la revista ‘The American Journal of Clinical Nutrition’, contó con la participación de investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas; el Ciber de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (Ciberfes); el Ciber de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (Ciber-BBN); la VU University Medical Center de Ámsterdam (Países Bajos), y el Aiginition Hospital de Atenas (Grecia).
PAPEL DE LOS OMEGA-3
Los omega-3 son una familia de ácidos grasos que tienen un rasgo estructural químico distintivo y están presentes de forma natural en determinados alimentos de origen animal y vegetal. El tipo de ácido graso analizado en el estudio es el DHA, que se encuentra principalmente en el pescado azul: el atún, la sardina, el salmón, las anchoas, etc. Este ácido graso es muy abundante en el cerebro y resulta clave para la función cognitiva. Comienza a acumularse a partir del tercer trimestre de gestación y está demostrado que tiene una menor presencia en el cerebro de las personas con Alzheimer.
Los humanos son capaces de ‘fabricar’ este ácido en el organismo, pero de una forma muy poco eficiente. La mejor manera de garantizar unos niveles adecuados de DHA es a través de la ingesta de pescado azul, ya que los ácidos omega-3 que se obtienen de vegetales como las nueces y la soja son de otro tipo.
La investigación contó con una muestra de 340 participantes de entre 45 y 75 años, sin alteraciones cognitivas y provenientes del Estudio Alfa del BBRC, impulsado por la Fundación "la Caixa". Estas personas acudieron a las instalaciones de la Fundación Pasqual Maragall para pasar pruebas clínicas, de cognición, neuroimagen, y responder cuestionarios de hábitos de vida, entre otros.
Uno de estos cuestionarios preguntaba por el consumo de 166 alimentos, que son los que han permitido cuantificar la ingesta regular de DHA. A partir de las respuestas de los participantes, los investigadores buscaron asociaciones entre el consumo reportado de DHA, la cognición, la presencia de microhemorragias cerebrales y el grosor cortical en regiones cerebrales que se atrofian en la enfermedad de Alzheimer, teniendo en cuenta también el genotipo APOE de cada uno de ellos.
El gen APOE está en todas las personas y se puede presentar como resultado de la combinación de los alelos Ɛ2, Ɛ3 y Ɛ4. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, los individuos con dos alelos Ɛ4 son los que presentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad.
Una vez hechos los análisis, los investigadores no observaron ninguna relación entre el consumo de DHA y la cognición, pero detectaron los hallazgos descritos en la estructura cerebral. "Los resultados de este estudio van en línea de otros que muestran que las personas con un mayor riesgo genético de desarrollar Alzheimer son precisamente las que más se benefician de un estilo de vida saludable, en este caso, respecto a la dieta", según Juan Domingo Gispert, jefe del grupo de Neuroimagen del BBRC.
SIGUIENTES PASOS
Actualmente, no se hacen pruebas rutinarias para saber la predisposición genética de una persona a desarrollar la enfermedad de Alzheimer, ya que revelar esta información no conlleva ningún beneficio clínico. Esta dolencia todavía no dispone de ningún tratamiento disponible para frenarlo ni prevenirlo, hay múltiples factores de riesgo que contribuyen a su desarrollo y, en ningún caso, ser portador de este genotipo determina que se tenga la enfermedad en un futuro.
"Si bien nuestros hallazgos entre pescado azul y enfermedad de Alzheimer afectan sólo a una parte de la población, tenemos que seguir recomendando el consumo regular (de dos raciones por semana) de salmón, sardinas o anchoas, entre otros, ya que aporta beneficios cardiovasculares a todo el mundo", destaca Sala.
El siguiente paso de los investigadores del BBRC será analizar marcadores biológicos del consumo de hasta 20 tipos de ácidos grasos en una mayor población de participantes del Estudio Alfa y estudiar su posible relación con otros biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer detectados en la sangre, el líquido cefalorraquídeo y a través de diversos trazadores en Tomografías de Emisión de Positrones (PET).
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