Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Fe | Virgen | Dios | Gobernantes | Guerra
Satanás es incansable, siempre buscando nuestra perdición. Mejor será confiar en la Virgen que tenemos a mano

En un mundo tan revuelto y problemático, ¿en quién podremos confiar?

|

Ayer, último domingo de septiembre, en Granada, donde nací y he vivido siempre, se celebró el día de nuestra patrona la Virgen de las Angustias. Aunque las cosas resulten problemáticas y el futuro no se presente color de rosa, mientras podamos recurrir a nuestra patrona, las cosas pueden mejorar e incluso cambiar.


Todas las ciudades y pueblos de España, grandes o pequeños, tienen como patrona a la Virgen María bajo alguna advocación a la que dirigirse para rogarle por todas las necesidades ya sean las propias, las ajenas, personales o que afecten a todos los habitantes del lugar.


Quizás nuestras conductas diarias sean reprobables, pero mientras podamos dirigirnos a la Madre de Dios, es seguro que podemos volver al buen camino y enderezar los entuertos personales, familiares y sociales que nos afecten.


Dios no solamente envió al mundo a su Hijo para salvarnos a través de su sacrificio en la cruz, sino que también nos dio a María, su madre, para que fuera nuestra madre a la que siempre podamos recurrir con plena confianza.


Nuestro mundo de hoy está cruzado de guerras y amenazas de guerras más grandes. No podemos confiar en nuestros gobernantes ni en las organizaciones que hemos inventado, pero que no servirán para nada ya que estamos en manos del demonio, de satanás, la serpiente antigua, la que siempre pone enemistades entre las personas desde los tiempos de Adán y Eva.


Nuestra esperanza es María, la que el apocalipsis retrata como una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Estas doce estrellas son las que aparecen en la bandera de la Unión Europea y la luna bajo sus pies es la serpiente cuya cabeza quebrantó la Virgen cuando la cristiandad se vio atacada por el islam en el siglo XVI, pero que una y otra vez vuelve a atacarnos.


Aunque fuera vencido en Lepanto, el islam siempre que puede vuelve al ataque como lo hizo reventando las torres gemelas de USA o los trenes del 11 de marzo en Madrid o la constante guerra que se libra en Asia.


Ni la Organización de las Naciones Unidas, ni la Unión Europea, ni el Tratado del Atlántico Norte son capaces de traernos la paz que necesitamos aquí y en América, pero podemos confiar en la Virgen ya la llamemos del Pilar o de Coromoto, de Chiquinquirá o de Guadalupe. Si el enemigo está presente en todo el mundo la Virgen María también lo está.


¿En quien podremos confiar? ¿Acaso en los que proponen la Agenda 2030? ¿En los que patrocinan el aborto, la eutanasia o el dogma del cambio climático? Por mi parte confío en Dios y en la intercesión de la Virgen.

En un mundo tan revuelto y problemático, ¿en quién podremos confiar?

Satanás es incansable, siempre buscando nuestra perdición. Mejor será confiar en la Virgen que tenemos a mano
Francisco Rodríguez
martes, 27 de septiembre de 2022, 08:37 h (CET)

Ayer, último domingo de septiembre, en Granada, donde nací y he vivido siempre, se celebró el día de nuestra patrona la Virgen de las Angustias. Aunque las cosas resulten problemáticas y el futuro no se presente color de rosa, mientras podamos recurrir a nuestra patrona, las cosas pueden mejorar e incluso cambiar.


Todas las ciudades y pueblos de España, grandes o pequeños, tienen como patrona a la Virgen María bajo alguna advocación a la que dirigirse para rogarle por todas las necesidades ya sean las propias, las ajenas, personales o que afecten a todos los habitantes del lugar.


Quizás nuestras conductas diarias sean reprobables, pero mientras podamos dirigirnos a la Madre de Dios, es seguro que podemos volver al buen camino y enderezar los entuertos personales, familiares y sociales que nos afecten.


Dios no solamente envió al mundo a su Hijo para salvarnos a través de su sacrificio en la cruz, sino que también nos dio a María, su madre, para que fuera nuestra madre a la que siempre podamos recurrir con plena confianza.


Nuestro mundo de hoy está cruzado de guerras y amenazas de guerras más grandes. No podemos confiar en nuestros gobernantes ni en las organizaciones que hemos inventado, pero que no servirán para nada ya que estamos en manos del demonio, de satanás, la serpiente antigua, la que siempre pone enemistades entre las personas desde los tiempos de Adán y Eva.


Nuestra esperanza es María, la que el apocalipsis retrata como una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Estas doce estrellas son las que aparecen en la bandera de la Unión Europea y la luna bajo sus pies es la serpiente cuya cabeza quebrantó la Virgen cuando la cristiandad se vio atacada por el islam en el siglo XVI, pero que una y otra vez vuelve a atacarnos.


Aunque fuera vencido en Lepanto, el islam siempre que puede vuelve al ataque como lo hizo reventando las torres gemelas de USA o los trenes del 11 de marzo en Madrid o la constante guerra que se libra en Asia.


Ni la Organización de las Naciones Unidas, ni la Unión Europea, ni el Tratado del Atlántico Norte son capaces de traernos la paz que necesitamos aquí y en América, pero podemos confiar en la Virgen ya la llamemos del Pilar o de Coromoto, de Chiquinquirá o de Guadalupe. Si el enemigo está presente en todo el mundo la Virgen María también lo está.


¿En quien podremos confiar? ¿Acaso en los que proponen la Agenda 2030? ¿En los que patrocinan el aborto, la eutanasia o el dogma del cambio climático? Por mi parte confío en Dios y en la intercesión de la Virgen.

Noticias relacionadas

Cuando en las relaciones personales, sociales o políticas se pierden o desprecian las mínimas reglas o costumbres de educación o cortesía, éstas se convierten en un territorio minado donde el desencuentro y el enfrentamiento vienen a ser la tónica general entre los miembros de una colectividad. Si además esto se traslada a las relaciones personales de ámbito internacional, las consecuencias pueden ser imprevisibles.

Lo importante es caminar en sintonía con la naturaleza y el cosmos. La vida, por si misma, es una dependencia existencial, que nos llama a ocuparla de modo armónico. Sin embargo, las acciones humanas surgen de la iluminación o de la ignorancia. Esto es lo que tenemos que trabajar, haciéndolo con la energía del corazón y con la actitud de análisis de la mente, para no caer en la deshumanización e inhumanidad de los tiempos actuales.

Por ser de diferente forma, no quiere decir que los animales sean inferiores, sino que Dios nos ha hecho distintos unos de los otros, pero todos somos creaciones de Dios y debemos respetarnos. Todos deseamos vivir con el cuerpo con que hemos nacido y anhelamos la felicidad.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto