Al comienzo: “¡Cuánto amor hay debajo de la tierra!”. Y al final: “Porque yo he sido amado como nadie, / en la pérdida de ese amor también se puede descansar y morir”. Y entre estos dos versos cerca de una treintena de páginas componen la “Carta a la madre” que el poeta dedicara a su madre, María de la Encarnación. Un poema lleno de sensibilidad, de ternura y de filial cariño, manifestación de un corazón sereno y dolorido que le valió al autor el VI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.
José García Nieto había nacido en Oviedo en 1914, hace pues ciento diez años, y fallecido en Madrid en 2001 está considerado como perteneciente a la generación poética de la posguerra. Su larga trayectoria vital fue sembrada con más de una treintena de poemarios (y otros libros en prosa) correspondidos con los más importantes premios literarios de España. “Un poeta hondo, cortés y laureado, tres adornos que decoran su trayectoria por la vida y la literatura”. Son palabras entresacadas del discurso de contestación leído por Camilo José Cela en el acto de ingreso de García Nieto en la Real Academia Española el día 13 de marzo 1983. El discurso del poeta fue un largo e intenso poema, “Nuevo elogio de la lengua española”, que reeditaría varias veces, pues la originalidad de utilizar el verso en una circunstancia similar únicamente lo había hecho José Zorrilla en el siglo XIX. El final es como una emotiva y eterna despedida: “Es la del alba, la hora justa / de tu verdad. Vamos. En marcha. / Digamos Dios y Amor y Madre. / Ya no te llevo yo. Me llevas / tú, de la mano, como siempre; / tú, de mano, a la mañana; / tú, de la mano, al infinito”.