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Amy Goodman
Democracy Now
Amy Goodman es una locutora, periodista y escritora progresista estadounidense que nació el 13 de abril de 1957 en Washington. Licenciada por la Universidad de Harvard en 1984, Goodman esconocida por ser la directora del programa de Pacífica Radio "Democracy Now!" (¡Democracia Ya!). Los Angeles Times la describe como "la voz de radio de la izquierda no alineada". Da cobertura a movimientos de paz y en pro de los derechos humanos, así como apoyo a los medios independientes. Como periodista investigadora ha sido reconocida por exponer violaciones a los derechos humanos en Timor y Nigeria. Amy Goodman es judía pero no se declara practicante.
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Hace cien años, en la ciudad de Tulsa, estado de Oklahoma, una violenta turba de personas blancas incendió por completo el próspero barrio afroestadounidense de Greenwood, conocido como el “Wall Street negro”, por ser sede de una gran cantidad de prósperos comercios dirigidos por personas de color.
Los contribuyentes estadounidenses que quieren ver el dinero de sus impuestos en acción no necesitan más que mirar hacia la Franja de Gaza, el territorio sitiado donde viven dos millones de palestinos y al que el ex primer ministro conservador británico David Cameron describió como “una prisión al aire libre”.
La insurrección del 6 de enero en Estados Unidos fue una forma de intentar derrocar la democracia: se incitó a una turba a asaltar el Capitolio y se amenazó con matar a líderes clave que se atrevieron a renegar de la “gran mentira” de Trump acerca de que Biden había ganado las elecciones presidenciales de 2020 de forma fraudulenta.
Han pasado cinco años desde que se firmó el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Este acuerdo, firmado por la mayoría de los países del mundo, estableció un plan totalmente voluntario e inexigible para evitar el caos climático global.
Estados Unidos parece estar avanzando lentamente hacia la normalidad a medida que aumenta la administración de vacunas contra la COVID-19 y luego de las recientes recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades que indican que las personas vacunadas pueden hacer actividades al aire libre sin necesidad de usar mascarilla.
El Día de los Caídos del año pasado, cuando el sol del atardecer se posaba sobre la intersección de las avenidas 38 y Chicago de la ciudad de Mineápolis, el oficial de policía Derek Chauvin presionaba su rodilla contra el cuello de George Floyd. Esposado y respirando con dificultad, Floyd llamaba “señor” al oficial.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció el retiro de todas las tropas estadounidenses de lo que llamó la “guerra eterna” en Afganistán para el 11 de septiembre. “Solo los afganos tienen el derecho y la responsabilidad de dirigir su país”, dijo Biden desde la misma sala de la Casa Blanca desde donde el presidente George W. Bush anunció la invasión estadounidense de Afganistán en octubre de 2001.
La pandemia de COVID-19 exige una respuesta colectiva y global que pocas veces se requirió en la historia de la humanidad. Es probable que los 132 millones de casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo y las 3 millones de muertes sean cifras subestimadas y que la cantidad real de casos y muertes sea mucho mayor.
Nueve minutos y 29 segundos. Ese es el tiempo que Derek Chauvin, el ex oficial de policía de la ciudad de Mineápolis, quien ahora enfrenta un juicio por matar a George Floyd, mantuvo su rodilla presionada contra el cuello de Floyd el pasado Día de los Caídos. Floyd estaba esposado, tirado boca abajo en el pavimento, sin prestar resistencia y respirando con dificultad, mientras suplicaba por su vida. Las imágenes del incidente grabadas por una adolescente con su teléfono móvil.
Estas son solo algunas de las masacres más notorias, cada una de ellas rodeadas en su tiempo por un número incontable de otros tiroteos, con saldos de tres, cuatro o cinco muertos. También vidas perdidas en actos de violencia, pero que no dejaron la cantidad de cadáveres suficientes para integrar la lista de los tiroteos masivos ocurridos en Estados Unidos. Todas estas matanzas se perpetraron con poderosas armas de fuego semiautomáticas, casi todas ellas armas de asalto. Es por eso que necesitamos con urgencia una prohibición federal de este tipo de armas en Estados Unidos.
El obstruccionismo legislativo ha permitido durante mucho tiempo a los supremacistas blancos proteger y extender la esclavitud, la segregación, las leyes discriminatorias de la época de Jim Crow y todas sus manifestaciones modernas, desde la restricción del derecho al voto hasta el encarcelamiento masivo.
Stephanie Kelton, profesora de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Stony Brook y exasesora del senador Bernie Sanders, expresó en una entrevista con Democracy Now!: “Esta ley va a cambiar por completo la vida de decenas de millones de personas en este país. Por primera vez en sus vidas, muchas personas van a ver de un momento a otro más dinero que nunca en sus cuentas bancarias. Podrán pagar todas sus facturas, en lugar de resolver cuál posponer este mes y cómo intentar ponerse al día más tarde”.
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