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En el cosmos, a uno se le descubre por su contrario. Los agujeros negros son objetos intrínsecamente oscuros. No emiten luz. Por lo tanto, para detectar un agujero negro, se observa su contrario, es decir, se reconoce la existencia de un sistema binario -es decir, una unidad de contrarios- cuando se ve una estrella luminosa moviéndose alrededor de un segundo objeto que no se ha podido detectar.
El Interferómetro del Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral (VLT de ESO) ha observado una nube de polvo cósmico en el centro de la galaxia ‘Messier 77’ que esconde un agujero negro supermasivo. Los hallazgos han confirmado predicciones hechas hace unos 30 años y están dando a la comunidad astronómica una nueva visión de los "núcleos galácticos activos", uno de los objetos más brillantes y enigmáticos del universo.
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