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No existe el Estado perfecto. Al igual que la Iglesia, el Estado debe encontrase en un estado permanente de reforma para conseguir que la justicia que engrandece a la Nación no sea una palabra vacía de contenido.
Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho. No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley” (Santiago 2: 10,11). Es evidente que las multitudes que se congregan en la plaza de San Pedro para recibir las bendiciones papales y las que se reúnen en los llamados viajes misioneros del papa, no siguen a Jesús que es el camino estrecho que lleva al Padre.
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