El legalismo endurece los corazones y hace que los gobernantes sean insensibles a las necesidades del pueblo. Nemrod Carrasco, profesor de Filosofía, en la entrevista que le hace Víctor-M. Amela dice algo chocante por la manera de decirlo, pero muy interesante: “Filosofar es tener huevos. Filosofar es empipar. Filosofar es preguntarte, es cuestionarte la realidad. Filosofar es distanciarte de tus propias creencias, descreer. Todo lo que está establecido y es incuestionable. No respetar ninguna opinión.
Dinamitar todas las opiniones. Atacar a las opiniones no es atacar a las personas. Yo no soy mis opiniones. No tengamos la piel tan fina: ninguna opinión debería ir a misa. ¡Ataquémoslas todas!” La filosofía no es algo que aparece por generación espontánea a la cual puedan adherirse todas las personas. Por ser los hombres de creación divina tenemos capacidad de razonar, de ser filósofos, de ser sabios.
El apóstol Pablo a los que se creían ser sabios, filósofos, los zarandea, diciéndoles: “Nadie se engañe a sí mismo, si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, parta que llegue a sr sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios, pues está escrito: Él prende a los sabios en la astucia d ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios que son vanos” (1 Corintios 3:18-20). El apóstol menciona dos tipos de sabiduría: la que es de este mundo y la que no lo es. Nos enseña a abandonar la primera para dejar la necedad y ser verdaderamente sabios.
La Biblia nos enseña que antes de la creación del hombre Dios creó a los ángeles, algunos de los cuales acaudillados por Lucifer se rebelaron contra su Creador, convirtiéndose el líder en Satanàs y sus seguidores en diablos. A su vez Satanás se ha convertido en el “dios de este siglo”. La mayoría de los habitantes de la Tierra tienen como padre espiritual al diablo y, como Jesús dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8:44). El origen de la sabiduría de este mundo de la que nos habla el apóstol Pablo, es satánica. Ahora que tanto se habla de la posverdad, para eludir la palabra mentira, sabemos que el comportamiento humano no es accidental, la filiación diabólica es su origen.
Filosofar según Nemrod Carrasco es: “Tocar los huevos, hacerse preguntas, cuestionar la realidad, distanciarte de tus propias creencias, descreer”, es decir, ser crítico con lo que ocurre. El origen de la sabiduría que permite conocer la causa por la que el mundo no funciona bien es: “ El principio de la sabiduría es el temor del Señor, pero los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7). La sabiduría divina de que son portadores quienes creen en Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, no gusta a los poderes políticos y económicos de este mundo que son dirigidos por su padre espiritual que es Satanás.
Los poderes de este mundo esgrimen con suma celeridad la expresión: “incitación al odio. Fleeming Rose, escribe: “La legislación europea contra la incitación al odio está legitimada por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, adoptado el 1966. No obstante, poca gente sabe que las democracias liberales como Suecia, Noruega y Reino Unido votaron en contra del artículo que instaba a penalizar la instigación al odio.
El artículo fue una iniciativa del bloque soviético. Eleonor Roosevelt que presidia la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, advirtió que podría ser utilizado por cualquier dictador para cerrar la boca a las voces críticas… Un problema crucial de las leyes contra la incitación al odio es que no existe una definición clara de la misma.
Esto deja un margen a los poderes a utilizar la ley para reprimir las opiniones que no sean de su agrado. El 2015 la comisaria europea de Justicia Vera Jourova declaró: “Si la libertad de expresión es una de las piedras angulares de una sociedad democrática, la incitación al odio es una flagrante violación de esta libertad. Se debe castigar severamente”. Un enfoque peligroso de la libertad de expresión sobre todo si no existe consenso sobre el concepto incitación al odio. De hecho, el derecho a ofender es parte de la libertad de expresión. Nadie no tiene derecho a no ser ofendido. La libertad de expresión incluye el derecho de decir a la gente lo que no le gusta, como dijo una vez George Orwell”.
Percibimos que se degrada el concepto democracia. Que las diferencias políticas tengan que dirimirse en el constitucional y en los tribunales. Las leyes son para ser obedecidas de acuerdo, pero en el momento en que dejan de contribuir a la paz y a la concordia de los ciudadanos porque la sociedad ha experimentado un cambio profundo desde el momento que se legislaron, el sentido común advierte que deben cambiarse por otras que se ajusten a la realidad vigente.
Cuesta ser sensible a la necesidad de cambiar las leyes. Cuesta por una sencilla razón: se considera a los afectados por las leyes como súbditos a los que se les debe restringir el derecho a ser diferentes y que no se merecen ser tratados como personas poseedoras de una identidad que les ha dotado el Creador. “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es la afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34).
Cuando existen tantas leyes injustas que ocasionan incontables afrentas a los ciudadanos es una evidencia de que a pesar de que los legisladores y los gobiernos presuman de ser cristianos, de hecho, a conciencia ignoran el Gran Mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Cuando la grandeza de un país se encuentra en el cumplimiento estricto de las leyes humanas y se utilizan los poderes del Estado para aplicar la ley del embudo, debe cuestionarse la grandeza de tal Nación. En el año 2017 se celebró el Quinto Centenario de la Reforma iniciada por Martín Lutero.
El lema de la Reforma es. “La Iglesia siempre reformándose”. La piedra angular de la reforma permanente de la Iglesia se encuentra en la obediencia a la autoridad suprema de la Biblia. No existe el Estado perfecto. Al igual que la Iglesia, el Estado debe encontrase en un estado permanente de reforma para conseguir que la justicia que engrandece a la Nación no sea una palabra vacía de contenido.
|