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En la producción escrita de Kafka que nació en 1883 y murió en 1924 aparecen numerosas cuestiones que son filosóficas o metafísicas. Fue un escritor y abogado judío que, a través de su escritura, causó un profundo impacto en la literatura y en la filosofía de los siglos XX y XXI.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar en torno a una emoción (o sentimiento) exagerada e hipócritamente ponderado en nuestros tiempos, a saber, la empatía. Como bien sabemos, la empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, o como decían nuestros abuelos “ponerse en los zapatos del otro”.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre la resiliencia, entendida como la capacidad de sobreponernos a las adversidades. Este poder ha sido objeto de la reflexión filosófica desde la antigüedad, ya que el ser humano siempre ha estado marcado por el sufrimiento, el dolor y las dificultades recurrentes.
Contrario de lo que se temía en la década del cincuenta, que todo terminaría en un régimen orwelliano, podemos decir con el “diario del lunes” que nuestra realidad se parece más a “Un mundo feliz” de Huxley que a la caricatura del stalinismo de “1984”. Al menos por ahora. Una humanidad fría y medicada, donde reina la ingeniería tecnogenética y donde el amor es improcedente.
Michael Ignatieff es un filósofo, escritor, guionista, periodista y profesor académico al que le ha sido otorgado el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024. Fue el líder del partido liberal canadiense. Es un pensador que sueña con una democracia autocrítica, colaborativa y abierta. En su último libro titulado "En busca del consuelo" ha explorado las complejidades de la identidad política.
Existe un debate en torno a la autoría del destacado texto titulado "Nueva filosofía de la naturaleza del hombre", ya que se discute si su verdadera autora es Miguel Sabuco o su hija Oliva Sabuco. En caso de que esta última sea la autora, estaríamos ante una de las pocas figuras científicas femeninas de la Edad Moderna.
En el famoso "Mito de la Caverna" de Platón, se nos presenta una metáfora poderosa sobre la naturaleza del conocimiento y la condición humana. En este relato, los prisioneros viven encadenados desde su nacimiento en una cueva, donde sólo pueden ver sombras proyectadas en una pared, creyendo que estas sombras son la realidad. Cuando uno de ellos escapa y ve el mundo exterior, descubre la luz del sol, símbolo del conocimiento y la verdad, que contrasta con la oscuridad de la caverna.
Todos vamos a morir, tarde o temprano, ¿qué novedad, verdad? Aunque parezca una afirmación obvia, la mayoría de los mortales vivimos haciendo todo lo posible por esquivar dicho suceso por varios motivos. Pues bien, hoy reflexionaremos sobre la finitud como aspecto constitutivo de una vida plagada de posibilidades y cuya única imposibilidad de todas ellas, es la muerte.
El filósofo elegante, así he definido siempre a José Ortega y Gasset, y es que Ortega deslumbró con un pensamiento elegante, y no me refiero a pensamiento o ideología política, me refiero a la elegancia literaria de sus escritos. Recordemos que Ortega y Gasset fue uno de los grandes políticos de su época, y que tenía una visión realista de España.
Realmente, es indudable que el nuevo y negativo instrumento de poder es el control de la conducta de los ciudadanos, desde una perspectiva que niega el valor de las libertades humanas. La vigilancia líquida de Bauman pone de manifiesto, que los sistemas de vigilancia pueden utilizar el poder para controlar y censurar conductas. Las sociedades están sometidas al cibercontrol, lamentablemente, en mayor o menor medida.
Todos sabemos que en su esencia, la cobardía implica un miedo paralizante que impide abrirse a lo incierto, o a todo aquello que pueda provocar algún tipo de riesgo o incomodidad. Pues bien amigos, el amor o la posibilidad de amar se trata justamente de otorgar a otro el poder de destrozarnos y que no ejerza dicho poder.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un asunto filosófico que tiene mala prensa por no ser comprendido cabalmente, a saber, el pesimismo como actitud ante la vida de quienes ven en el sufrimiento, la desilusión y la fatalidad elementos esenciales para entender nuestra existencia.
Hoy quisiéramos invitarlos a reflexionar sobre un asunto que siempre es actual, no importa la época en la que estemos parados, a saber, la búsqueda de la autenticidad que se enfrenta crudamente con la tendencia constante de masificarse en una sociedad enferma, sólo para encajar.
Hay un instante, al terminarse el periodo de vacaciones, en el que el alma queda invadida por una especie de sentimiento de melancolía. Un dolor del espíritu que difícilmente ha sabido explicarse en términos médicos. Ya en la antigüedad, la melancolía era asociada a la bilis negra, uno de los cuatro humores del temperamento: flema, sangre, bilis negra y bilis amarilla. Así lo estableció Hipócrates.
Las guerras y la propaganda son las dos grandes armas de destrucción masiva del imperialismo capitalista. Dicho de otra manera: vivimos en sociedades jerarquizadas de ordeno y mando donde el consenso social, político, ideológico y cultural, la denominada normalidad, se consigue preferentemente a través de la publicidad y el control mental de las masas mediante sugerencias sibilinas o abiertas repetidas machaconamente hasta la saciedad.
¿Por qué incorporar filosofía entre los espacios curriculares escolares, de todos los niveles y modalidades? Es una de las preguntas recurrentes que me han hecho y la respuesta, en pocas palabras, es que porque es imperativo que enseñemos a pensar.
Ya Arthur Schopenhauer y Marcuse trataron el asunto del pensamiento único, pero lo intelectualizaron excesivamente. La definición más real, por pedestre, fue la de Sarkozy: “No podemos decir nada en nuestro país sin que uno no sea inmediatamente acusado de segundas intenciones nauseabundas. Este es el pensamiento único intolerable”.
Con ocasión de un nuevo Tratado de la ONU que al parecer abre la posibilidad de producir, enviar o disponer de vídeos e imágenes participando en actos sexuales, el periodista Alex Rosal en un artículo publicado en Religión en Libertad hace una descripción muy detallada de cómo a través de la “ventana de Overtón” se puede lograr la aceptación y legalización de la pedofilia.
En 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, un psiquiatra judío llamado Sigmund Freud se trasladó a Londres para escapar de la persecución nazi en su Viena natal. Tres semanas antes de su muerte, el famoso inventor del psicoanálisis se reunió con un profesor de Oxford no identificado en su apartamento y conversó con él largo y tendido. A día de hoy, seguimos sin conocer la identidad de su visitante.
“… Me gusta el olor que tiene la mañana/me gusta el primer trago de café/sentir como el sol se asoma en mi ventana/ y me llena la mirada de un hermoso amanecer…sé que el tiempo lleva prisa pa borrarme de la lista/ pero yo le digo que…/Ay que bonita es esta vida…”
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