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Derrida y Deleuze

La conexión de ambas filosofías con la hermenéutica crítica es evidente, y también con el pensamiento débil o fragmentario, que no aspira a la totalidad y a la construcción de sistemas
José Manuel López García
sábado, 25 de enero de 2025, 11:38 h (CET)

La filosofía de Derrida ejerce la deconstrucción. En cambio, la de Deleuze se centra especialmente en la filosofía del devenir y también en el concepto de rizoma, ya que cualquier texto puede ser leído, con múltiples interpretaciones, con una forma de pensamiento no lineal. Ambos filósofos han desafiado, conscientemente, las convenciones filosóficas existentes en su tiempo, proponiendo nuevas maneras de pensar. La deconstrucción para Derrida se plasma en la revelación, de lo que está oculto o implícito en cualquier texto. No significa destruir.


Con este procedimiento deconstructivo se abren nuevas posibilidades interpretativas y también se muestran las limitaciones del lenguaje, ya que existen infinitos matices semánticos, que pueden ser desarrollados. Además, Derrida deconstruye la aparente oposición entre habla y escritura, porque es evidente que ambas se fundamentan en la elaboración del lenguaje. La escritura no es secundaria respecto al habla como, en cierto modo, pensaba Platón. Ya que este gran filósofo consideraba, que lo escrito es el fármaco de la memoria. Los discursos y los diálogos hablados son la forma clásica de filosofar en la antigüedad grecolatina, pero también es preciso poner el énfasis en el extraordinario valor del lenguaje escrito, que transmite lo pensado o conocido al presente y a la posteridad, a través de los libros. Deconstruir supone desmontar las opiniones binarias y es también la revelación de lo no escrito, en comparación con lo que se menciona, a través de la redacción de los libros. También es la búsqueda de lo no expresado y las tensiones de lo manifestado de forma explícita. Es una hermenéutica crítica en toda regla. En cuanto al rizoma de Deleuze está inspirado en las raíces subterráneas, que crecen de forma desordenada y horizontal y es la manifestación de un pensamiento o forma de filosofar no lineal, que representa también el desorden de la vida. En relación con las similitudes entre las filosofías de Derrida y Deleuze, es evidente que los dos critican las estructuras tradicionales y jerárquicas de pensamiento. No están de acuerdo con un pensamiento fijo y totalizador. Al contrario, están convencidos de la fluidez y el dinamismo del proceso del pensar, en todos los aspectos. Por tanto, rechazan las esencias estáticas, fijas e inmutables. El tiempo lo cambia todo. Tanto Derrida como Deleuze fueron profundamente influidos por Nietzsche, sobre todo con la idea de la crítica radical a la metafísica y moral tradicional. Respecto a las diferencias entre estos dos filósofos Derrida utiliza la deconstrucción para desmantelar hechos y conceptos y analizar sus contradicciones internas y aporías. Deleuze emplea un enfoque más constructivo basado en la complejidad.


Respecto a la ontología de Derrida es evidente que se basa en la diferencia y el rastro, cuestionando la presencia y la ausencia. La capacidad interpretativa de este pensador es prodigiosa y se expresa en sus libros con un virtuosismo extraordinario. Deleuze está convencido de que la diferencia es la clave de bóveda para filosofar, de un modo fragmentario, pero muy profundo y revelador. Comprende la diferencia, como un proceso creativo y productivo, que expande la multiplicidad y la singularidad que conforman la realidad, en la que estamos inmersos. Se puede decir que la ontología de ambos pensadores, aunque es original tiene aspectos coincidentes, porque transforma, recombina y produce significados que recrean lo real, sin pretensión de sistematicidad, encontrando sentidos nuevos y relativizando numerosas cuestiones.


Si se considera la ética, desde la perspectiva que establece Derrida, adquieren una extraordinaria importancia y significación la responsabilidad y la justicia, que se fundamentan en su concepto de hospitalidad.


Desde la forma de filosofar de Deleuze se da más relieve a la idea de creación y también a la actitud de afirmación, y esto influye en movimientos políticos como, por ejemplo, el anarquismo y el postmarxismo. De hecho, Deleuze desarrolló una metafísica, de acuerdo con la física y la matemática de su tiempo, que eran los años sesenta del siglo XX. Algo, en ciertos aspectos, similar a la metafísica realista elaborada, por un filósofo de la talla de Xavier Zubiri en el siglo XX. Porque Zubiri también se formó en el conocimiento de la ciencia de su tiempo. Lo que le sirvió también, para aplicar un enfoque más riguroso a su filosofía fenomenológica realista. El realismo radical de Zubiri es también la manifestación de su ontología realista, que toma en cuenta los descubrimientos de las ciencias, en el tiempo que le correspondió vivir.


En la filosofía de Deleuze, los conceptos de multiplicidad y suceso sustituyen en su filosofía a los de sustancia y esencia, y la virtualidad se convierte en posibilidad. Además, Deleuze se interesa por las relaciones entre significado, sinsentido y acontecimiento. Está influido por el trabajo de Lewis Carroll y por la filosofía de Whitehead y también por el estoicismo griego. La conexión de las filosofías de Derrida y Deleuze con la hermenéutica crítica es evidente, y también con el pensamiento débil o fragmentario, que no aspira a la totalidad y a la construcción de sistemas. De todos modos, sus filosofías analizan lo real y lo aclaran.

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