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Existen dos grandes filosofías, aquellas que se dicen que son realistas-empiristas, que intenta que la mente-conciencia-idea se adapte a la realidad, entender y comprender lo más posible de la realidad; y, aquellas, que podríamos indicar no-realistas, o idealistas-racionalistas, en multitud de grados, que piensan que la realidad debe adaptarse a la mente-conciencia.
La filosofía de Derrida ejerce la deconstrucción. En cambio, la de Deleuze se centra especialmente en la filosofía del devenir y también en el concepto de rizoma, ya que cualquier texto puede ser leído, con múltiples interpretaciones, con una forma de pensamiento no lineal. Ambos filósofos han desafiado, conscientemente, las convenciones filosóficas existentes en su tiempo, proponiendo nuevas maneras de pensar.
Huyendo del frío, y sin entrar, como canta Sabina, en las rebajas de enero, ronda uno las calles entre cientos de rostros que asimismo vagan por la ciudad, hombres o mujeres, seres singulares, pues en la calle no existen los colectivos, solo las personas concretas.
No me puedo olvidar de aquel simpático personaje interpretado por Anthony Quinn en el cine, me refiero a Zorba, el inquieto griego tan expresivo. Para él suponía una enorme dificultad el comunicarse con palabras, la elocuencia no estaba entre sus dotes. Su fuerte radicaba en la danza, se ponía a enlazar movimientos con cualquier motivo.
Transitamos jornadas de absurdo y desasosiego, camino del corazón del invierno en un contexto político y social que no se sospechaba. Se advierte, “in crescendo”, el retroceso del raciocinio y de la lógica, más allá de los cuales solo anidan la nada y el vacío. Sin entrar en consideraciones filosóficas, y ciñéndonos al román paladino, se percibe una creciente sensación de absurdo, considerado por Albert Camus como integrante fundamental de nuestra condición humana.
Hablar de la muerte sigue siendo un tabú en nuestra sociedad. Pese a su inevitabilidad, a menudo evitamos afrontarla o reconocerla, como si ignorarla pudiera alejarnos de su realidad. Sin embargo, acompañar a un ser querido en el proceso de despedida puede ser una experiencia profundamente humana y amorosa.
A menudo siento que la ciudad y su velocidad nos ciegan, que el paso fugaz de las semanas no nos permite ver nada, más allá de las actitudes de lo cotidiano, hasta que nos estrellamos «como golondrinas en la noche» o contra la pared de nosotros mismos. A menudo siento que vivimos en burbujas de iguales que no nos permiten percibir el frío ni el calor del exterior, es decir, es como si volásemos en una pompa de jabón metidos dentro de nuestra propia fantasía.
Con el inicio de un nuevo año, vendrá bien explorarse y quererse. Esto nos demanda activar otros lenguajes más del corazón que de la mente, para que el cuerpo se agite y nuestro interior repose. Por tanto, en este tiempo en el que suelen proliferar los sanos propósitos; yo mismo, me he dispuesto a compartir ideas que manan de mi interior y que me reclaman mayor libertad.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un aspecto presente en la obra titulada "Meditación" ("Besinnung"), escrita por Martin Heidegger entre 1938 y 1939, publicada póstumamente en 1997, en la que el autor profundiza en sus preocupaciones sobre la técnica, la modernidad y su impacto en la relación del ser humano con el mundo.
Se suele afirmar que la realidad supera a la ficción, aunque no queda claro a qué se refiere dicha aserción, pues la ficción suele inspirarse en la realidad, por aquello del Arte imitando a la Naturaleza. Lo que sí parece es que tendemos a preferir la ficción, cuyos contornos se nos ofrecen siempre definidos y cuyo desarrollo atesora una lógica interna expresada en forma de relato, de diálogo o de variadas formas audiovisuales.
Sin entrar en los significados crípticos de los jeroglíficos en las civilizaciones antiguas, mantienen en la actualidad un interesante atractivo; con cuatro signos bien dispuestos, sacan a relucir detalles importantes de cuanto acontece, que de otras maneras pueden pasar desapercibidos.
El autor Eduardo Martínez March, quien ha vivido el mundo empresarial desde distintas perspectivas, ha escrito el libro ¿Emprendo o trabajo para otro? con la idea de compartir con el lector sus experiencias en la dirección de su propia compañía, con sus sacrificios y recompensas.
El hijo quiere mucho a sus padres, mas no tanto como los padres a ellos. Por lo general, el hijo abandona a sus padres en libertad en busca de su destino, y así formar su hogar con la mujer de su sueño, a fin tener una felicidad diferente y poder reproducirse, deseando ser en su nuevo núcleo familiar como lo fueron sus padres, y si regresan es ante una obligación o necesidad ineludible.
Cada amanecer, lleva consigo el mejor soplo, el de la vida. La acción germina en el hoy, es cuestión de despertar, de ponerse en camino para no perder el tajo del sueño. Lo importante radica en no desfallecer, en mirar el futuro con mente abierta, previo situar el corazón con su nívea voluntad y oponerse a seguir pasos que nos aprisionan y envilecen.
Hoy quisiera invitarlos a leer un ensayo entrañable y necesario para nuestro tiempo, marcado por la tecnología, el individualismo y la alienación voluntaria, una época en la que el nihilismo se ha convertido en una amenaza latente para la humanidad. Se trata de la obra "La resistencia" (2000) de Ernesto Sábato, y emerge como un llamado urgente a la reflexión y la acción.
Somos más otoñales que primaverales, quizá por vernos abocados al trágico final, con deterioros y fallos progresivos. Los rutilantes pétalos de la vida caen sucesivamente y asumimos el fenómeno de la caída como directriz principal, sin percatarnos de la diferencia crucial entre el deterioro vital inevitable y la destrucción viciosa de aquellos pétalos, atributos vitales, que no hubieran desaparecido hasta el final.
Al inicio de un nuevo año, resulta esperanzador poder elevar la mirada, con el propósito de reorientarnos hacia un horizonte en calma, con pulsaciones líricas y pausas silenciosas. Necesitamos atravesar la puerta del alma para reconocernos y vernos, despojados de contiendas y restituidos de sueños.
No quise ver el documental sobre los últimos días de la vida de Pau Donés, 'Eso que tú me das', cuando lo emitieron en 2021 por temor a experimentar sentimientos encontrados. En su momento recibió muchas críticas positivas que hablaban del buen morir y de los magníficos consejos dados en un momento tan esencial como es el de encontrarte a las puertas de la muerte, con fecha de caducidad, y afrontarla con esa manera tan positiva de marcharse.
Otro año que se aleja sin alegatos ni algarabías, solo dejándonos innumerables historias de su estancia, esas memorias que alegran y hacen brillar nuestros ojos, o simplemente desgarran el alma; doce meses, trescientos sesenta y cinco días, es la certeza que hemos estado presentes o ausentes en este lapso de tiempo.
Lo importante radica en reconocerse en el camino, en comprobar la veracidad de nuestros andares, que no deben reducirse únicamente a lo material; puesto que requerimos también de otras necesidades anímicas que están ahí, y que nos sirven para encauzar nuestro estado de ánimo vitalista.
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