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Ironía religiosa

Las estructuras enturbian el sentimiento religioso
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 11 de abril de 2025, 10:30 h (CET)

Estamos habituados a tratar con las apariencias, con la natural propensión a complicar las cosas en cuanto pretendemos aclarar los pormenores implicados en el caso. Los pensamientos son ágiles e inestables. Quien los piensa, el pensador o pensadores, representa otra entidad diferente. Y curiosamente, ambos se distinguen del fondo real circundante, este tiene otra urdimbre desde los orígenes a sus evoluciones posteriores. Observamos a tres elementos dispares, relacionados, cuyas conexiones recorren trayectos ignotos. Hablar por lo tanto del conocimiento se convierte en un GALIMATÍAS susceptible de comentarios en torno a las profundas lagunas del saber. El meollo del asunto impide a las personas el nivel de seguridad deseado con las lógicas inquietudes.


No podemos presumir de un gran control de los pensamientos, sus brotes espontáneos bullen sin pedir autorización. Por lo general, iniciamos alguno cargado de conexiones indeterminadas y contenidos un tanto evanescentes, puesto que se distancian de nuestras iniciativas. Como nos vemos impelidos a relacionarnos con los demás, los contenidos y las conexiones se diversifican hasta límites desconocidos. Al comunicarnos emitimos una suerte de INTUICIONES imprecisas. Quizá se concretan más en torno a las utilidades materiales o científicas, se disgregan en torno a las ideas; cada persona un mundo y los enigmas insertos en el perfil humano. La razón no alcanza para asimilar ese conjunto de ramificaciones.


Las grandes preguntas permanecen en el alero, como algo lejano pendiente de originar las respuestas oportunas, su lejanía comparece como un escaparate de accesorios pendientes de adjudicación. Nos ocurre algo similar con las iniciativas y sus bases argumentales, los protagonistas utilizamos razonamientos como apoyos, a sabiendas de sus deficiencias por basarse en conocimientos incompletos. Se pone en evidencia ese panorama menesteroso en el cual nos desenvolvemos, nunca cumple con todos los requisitos necesarios; por eso el fuerte contraste con el escenario del presente, el DIRECTO, a pesar del conjunto de limitaciones e inconveniencias. Esa presencia ineludible es susceptible de matizaciones, errores y bonanzas.


Precisamente, en esas actuaciones en directo, las sensaciones son muchas y las inquietudes muerden. Para asentarnos en esos ambientes llenos de ambigüedades, desde el más sensato al más concienzudo, si no encuentran apoyos se los imaginan, alcanzando fases de total enajenación. El directo nos apremia en busca de algún tipo de solución. El hallazgo de la colaboración entre los afectados permitió muchas satisfacciones, pero también creó discrepancias interpretativas. En la tarea de distinguirlas se forjaron las ETIQUETAS para fijar los conceptos. Pronto se detectaron las insuficiencias, debido a la imposibilidad de conocer las conexiones en su totalidad. En realidad, semejantes asientos son momentáneos y equívocos.


Al pensar en estos asuntos no podemos partir de elucubraciones estratosféricas, si algo notamos en directo son las impresiones dejadas por los contactos cotidianos, no hay reverso para sustituirlas. Aunque el ajetreo mantiene ocupadas las seseras, no cesa el reconcomio interior de sentirse menesterosos, sobre todo por falta de un horizonte final atractivo. Resulta irónico ese fuerte deseo de saber a donde dirigirse y la notable ausencia de un RUMBO cierto, carentes de explicaciones; las fantasías apenas logran el entretenimiento, pero no eliminan las frustraciones de fondo. Constituyen ese terco sino de la constante búsqueda del hallazgo inalcanzable. Viene a expresarse como una rebeldía vital, sana, inconformista y tenaz.


Tampoco vayamos a obcecarnos con la deriva de lo social en esto de los sentimientos, el protagonismo recae en el individuo, con indudables repercusiones sobre sí mismo y sobre los demás; los efectos no son equiparables a los actores. Podríamos adentrarnos en una curiosidad de rasgos paradójicos entrañables; solemos entablar colaboraciones fructíferas y relaciones intensas, celebradas por gratificantes y algunas penosas. No obstante, a la hora de considerar las vibraciones en los adentros, los comportamientos y actitudes en esos territorios son SINGULARES, irrepetibles, sin entrar en otras valoraciones. Esta condición es esencial en los planteamientos personales, no es solución definitiva, pero no conviene olvidar sus matices orientativos.


Con la singularidad de las decisiones y la sucesión de personas dispuestas a vivir, brotan los contrastes con la riqueza consiguiente de matizaciones y versiones. No sólo difieren las formas explícitas. Las diferentes edades, ubicaciones geográficas, conocimientos adquiridos e intuiciones, se añaden al polimorfismo genético de los sujetos implicados; las necesidades se diversifican en esa distribución, con los intereses repartidos de manera heterogénea. La lógica de las discrepancias sobrevenidas se junta con la obligación de convivir, a la exigencia de respetar unos acuerdos mínimos; dichos acuerdos configuran una MORALIDAD común adaptada al conjunto. Aún no se trata de ideas religiosas, pero es el núcleo crucial comunitario de gente que piensa.


La mente de las personas no se detiene en dichas consideraciones, aún siendo importantes, sólo representan un escueto punto de partida. Observadas las circunstancias del entorno, el pensamiento se derrama en una serie de creencias, ideas, simbolismos, moldeados desde su individualidad. La espiritualidad es un ejercicio particular en relación con las intuiciones, cargada de versiones afines o contradictorias. El intelecto se lanza a una religación con esas ideaciones, están centradas en la RELIGIÓN, que también tiende a ser encauzada con determinadas organizaciones irreductibles a una sola. Por deducción lógica, tampoco ninguna de ellas engloba en sus formatos al conjunto de las versiones individuales.


Acabamos involucrados en varios enfoques centrados en búsquedas similares, pero con notorias bifurcaciones a lo largo de sus senderos particulares. La utilidad y conveniencia de dichas ramificaciones, contribuyen a la mayor complejidad de los comportamientos privados o comunitarios. Contemplamos un DESLIZAMIENTO progresivo desde los pensamientos e intuiciones al funcionamiento de las estructuras sociales diseñadas con esquemas conceptuales y pragmáticos; en su medida se diluye o se pierde el fuego de los interiores individuales. Ese apego a las estructuras desvía también las responsabilidades, con la consiguiente ironía religiosa, la religación inicial e íntima cedió su presencia a entidades impersonales.


De donde apreciamos la notable INCAPACIDAD resolutiva de los pensamientos para la comprensión global de las inquietudes existenciales. Mientras subsisten los anhelos y sensaciones para buscar acomodos confortantes. Tareas nunca terminadas y sujetas a frustraciones constantes, con el riesgo de adoptar desviaciones peligrosas de consecuencias nefastas para la convivencia, máxime si la indolencia predomina.


Dando por inevitables la incertidumbre y la limitación de las luces mentales, se infiere el punto de partida centrado en las mencionadas vivencias del directo. Las intuiciones del absoluto y la supuesta inteligencia se entienden como recursos para sobreponerse a la IRONÍA y mantener la enérgica presencia humana, bien centrada en labores inteligentes, sensitivas y prácticas, para no perder el rumbo en estrategias impersonales.

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