El pasado 28 de febrero de 2025, Día de Andalucía, a través de la pantalla de televisión, tuve dos sensaciones bien distintas. Por la mañana, en Canal Sur, vi la “Gala 28F” con la entrega de Medallas y nombramientos de Hijos Predilectos de Andalucía a los premiados de este año. Debo confesar que el acto resultó enormemente atractivo por su sencillez y emoción. Desde la gran presentadora, Eva González, hasta el último premiado, nos dieron un recital de cordura y buen hacer, que retendremos mucho tiempo en la memoria. Hubo sonrisas y lágrimas, música y canciones, testimonios de los premiados y hasta unos pasos por sevillanas del presidente de Parlamento andaluz, Don Jesús Aguirre, con la cantante María del Monte. Y como colofón un discurso de nuestro presidente Juanma Moreno, en el que, sin papeles y con su habitual locuacidad, nos prometió que su gobierno seguirá trabajando lo que queda de legislatura con la misma ilusión y altura de miras con que lo vienen haciendo.
Como contrapunto a lo que acabo de expresar, por la noche presencié, en un canal nacional, un espectáculo dantesco protagonizado por dos despreciables personajes que ya se han retratado para siempre. Se trata, nada más y nada menos que de Trump y Vance, respectivamente, presidente y vicepresidente de los Estados Unidos de América, que recibieron en el Despacho Oval al presidente de Ucrania, Sr. Zelenski. Ocurrió que, los dos americanos, a cuál más chulo y descortés, sometieron a su invitado a tantos insultos y vejaciones, como jamás se habrán escuchado en aquel recinto. La conversación de dos contra uno fue tan desigual y barriobajera que invitaba al vómito. Zelenski, en cambio, supo contenerse y se defendió, como una persona educada, con argumentos sólidos, pero sin llegar a humillarse como los otros dos sinvergüenzas pretendían.
No exagero si afirmo que estos dos canallas han dejado a su país a la altura de las letrinas. Lugar donde ellos permanecerán mientras vivan. Yo creo que, si Ronald Reagan levantara la cabeza, se moriría de vergüenza.
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