El 29 de abril de 1938, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull envió un telegrama urgente a sus hombres en Buenos Aires. El mensaje diplomático tenía como remitente al embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, pero especificaba que iba dirigido al delegado norteamericano en la Conferencia para la Paz del Chaco, Spruille Braden (1).
El telegrama anunciaba que “El Presidente (Roosevelt) enviará telegramas a los Presidentes de Paraguay y Bolivia instándolos a aceptar la propuesta de la conferencia. No se considera necesario llegar a un acuerdo sobre los textos de los telegramas que enviarán los seis presidentes. Tras referirse a la labor de la conferencia, nuestro telegrama probablemente abogará firmemente por un acuerdo directo, considerando los intereses de ambas partes y la importancia de dicho acuerdo para la estructura de paz interamericana y las buenas relaciones internacionales en este hemisferio”.
Agregaba la disposición de que “El Departamento opina que los mensajes de los seis presidentes deben estar en manos de los Presidentes de Bolivia y Paraguay al menos 24 horas antes de que se presente la propuesta de conferencia”.
Finalmente, solicitaba que Braden “informe al Departamento lo antes posible sobre los términos definitivos de la propuesta de conferencia y la fecha en que será presentada”.
A fines de abril de 1938, la situación en Europa donde el fascismo avanzaba sobre España, Austria y Checoslovaquia resultaba apremiante para el Departamento de Estado, que seguía enredada en una disputa sudamericana entre Paraguay y Bolivia por el Chaco. Ello a pesar de que a mediados de 1933 el subsecretario William Phillips había recomendado apartarse del problema porque “Estados Unidos no tenía intereses en el Chaco” (2), opinión que no compartirían prominentes miembros del Senado estadounidense como Gerald Nye, David Clark o Huey Long.
El 25 de mayo siguiente, el presidente Frankin Delano Roosevelt remitía el anunciado telegrama al presidente provisional de Paraguay, Félix Paiva.
El mensaje remarcaba que “El conflicto armado en el Chaco finalizó hace casi tres años mediante el acuerdo voluntario entre Paraguay y Bolivia, plasmado en las disposiciones del Protocolo del 12 de junio de 1935". (3)
Según el presidente de Estados Unidos "No hubo vencedores ni vencidos, aunque los pueblos de ambos países aún sufren la inevitable miseria y destrucción de la guerra".
"Los seis gobiernos mediadores están convencidos de que los pueblos de Paraguay y Bolivia no desean que se reanude la guerra y apoyan firmemente una solución definitiva de la controversia del Chaco".
"Estoy seguro de que Su Excelencia comparte plenamente esta voluntad de paz y de que su Gobierno no escatimará esfuerzos para ejercer toda la influencia posible a favor de la oportunidad que ofrece la propuesta de la Conferencia”.
Según Roosevelt la Conferencia había logrado “una propuesta que consideran equitativa, que redunda en el mejor interés de ambas partes y, como salvaguardia de la paz en este hemisferio, es de vital importancia para todas y cada una de las repúblicas americanas".
"En estas circunstancias, el Gobierno de Estados Unidos considera una obligación de amistad y un deber apoyarla firmemente e instar a los Gobiernos del Paraguay y Bolivia a que acepten la propuesta de la Conferencia”.
El presidente Félix Paiva se apresuró a contestar el telegrama apenas 24 horas después, el 26 de mayo de 1938, una hora después del mediodía.
La obsecuente respuesta decía entre otras cosas que “Me apresuro a manifestar a Vuestra Excelencia que este y todos los demás esfuerzos de los honorables miembros que componen el órgano mediador han sido debidamente apreciados en mi país"(4).
"El Gobierno y el pueblo paraguayos no dudarán en aceptar la propuesta de solución anunciada”. En realidad, la propuesta que Roosevelt menciona como equitativa despojaba a Paraguay de treinta mil kilómetros de territorio petrolífero hoy boliviano, que habían sido ocupados por su ejército y eran reivindicados por Paraguay.
Para la firma de esa propuesta, debió ser expulsado el jefe de la delegación negociadora paraguaya que se encontraba en Buenos Aires, quien a su regreso al Paraguay también renunció avergonzado a la presidencia del partido gobernante.
Todo ello a pesar de la sentencia de Roosevelt - tantas veces repetida con obsecuencia y cobardía- de que la guerra había concluido “sin vencedores ni vencidos”. LAW -----------------------------
Citas de Documentos. Departamento de Estado norteamericano 1. https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1938v05/d99 2.https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1933v04/d289 3.https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1938v05/d111 4.https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1938v05/d112
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