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El estallido de la guerra del Chaco, en 1932, fue el fracaso final de la Comisión de Neutrales de Washington, gestada en tiempos del aislacionismo que signó la política exterior norteamericana en la década de 1920. La doctrina aislacionista, fundacional de EEUU, fundamentada en expresiones de George Washington, determinó el alejamiento de Estados Unidos de la Liga de las Naciones.
Un Woody Allen enamorado de una adolescente en su filme Manhattan le pide apartar su mirada de “niña descalza de Bolivia que busca un padre adoptivo”, una bella y precisa metáfora para definir al chantaje emocional. La semana pasada visité por primera vez Bolivia, y pude corroborar que toda ella es una extorsión a los sentimientos, a la que aún no ha cedido la humanidad.
El 4 de febrero de 1936, en Asunción, el Ministerio de Defensa del gobierno de Eusebio Ayala hizo público un comunicado sobre la detención de varios militares paraguayos de bien ganado prestigio en el Chaco. La circular fue publicada en el vocero Oficial del régimen.
El lunes 28 de enero de 1935, tropas al mando del coronel Rafael Franco ocuparon la ciudad de Machareti donde se izó la bandera paraguaya en un mástil próximo a la iglesia de la localidad. Los oficiales paraguayos disfrutaron de la comida allí: novillos, lechones y gallinas confiscados a los bolivianos.
Bajo una lluvia torrencial e inusual, el 20 de enero de 1933, las fuerzas bolivianas lanzaron un asalto al legendario bastión de Nanawa, una palabra que en idioma nativo significa “quebracho blanco”, sólida especie de madera que contribuyó a convertir esa fortaleza en inexpugnable. Los testimonios describen aquella batalla como una alegoría creada por Edward Monch, representando todo el horror y ruptura espiritual que una guerra puede generar.
A mediados de enero de 1935, el ejército del Paraguay llegaba a las puertas de la zona petrolífera boliviana, ocupando la línea de Villa Montes tomando Carandaity y otros poblados hasta llegar a las riberas del río Parapeti y amenazar Santa Cruz.
La patética y perversa guerra del Chaco, una disputa más fluvial e interpetrolera que territorial o nacional, supo sintetizar y consensuar lo mejor de la literatura de Paraguay y Bolivia, confirmando que no hay mal que por bien no venga. Fue aquella una guerra tan inicua, que mientras se desarrollaba benefició a todo el mundo menos a los beligerantes.
El premio Nóbel de Literatura Bob Dylan, reconoce en uno de sus poemas la inusitada capacidad de profetizar de los escritores y periodistas, que suelen anticipar cuando advierten señales de que los tiempos están cambiando. Esa facultad permitió al famoso novelista de Indiana Meredith Nicholson realizar predicciones en Paraguay, donde recaló en la década de 1930 como representante diplomático de Estados Unidos.
Un 17 de diciembre del año 1933, llegó a manos del general José Félix Estigarribia un despacho del ministro de defensa paraguayo, Victor Rojas, informando de un pedido de los enviados por la Sociedad de las Naciones a La Paz. Estigarribia era el comandante supremo del Ejército paraguayo en el Chaco, responsable de conducirlo en una guerra con Bolivia por el territorio del Chaco Boreal.
Uno de los episodios más sangrientos de la historia sudamericana, la guerra del Chaco, tuvo como cronista desde Asunción a uno de los más famosos novelistas estadounidenses de la primera mitad del siglo XX: Meredith Nicholson. Nacido en Indiana un 9 de diciembre de 1866, en 1928 Nicholson inició su militancia política del Partido Demócrata, como concejal de la ciudad de Indianápolis.
Dijo Gandhi que no existen los planes de paz, sino que la misma paz es el plan, idea que evidentemente no concuerda con aquellos que encuentran en la guerra un gran negocio y se dedican a financiarlas para potenciar complejos militares-industriales, redirigir cuentas bancarias y reconstruir las ruinas que dejan a su paso los interminables conflictos que alimentan.
De los casi incontables golpes de estado que saturan la historiografía latinoamericana, el corralito de Villa Montes, golpe militar en Bolivia, que se encontraba envuelta en una guerra internacional con Paraguay, fue uno de los más insólitos.
Noviembre de 1934 fue el mes de los desastres militares y políticos bolivianos en la aleccionadora y poco explicada guerra del Chaco, un conflicto cuyas motivaciones son difíciles de explicar incluso para quienes fueron beligerantes.
El 30 de octubre de 1934 el presidente Salamanca decidió dirigirse al General Lanza para ordenar la reconquista de Ingavi, posición cuya caída en manos paraguayas le mortificaba desde principios de aquel mes de octubre. Fuerzas Paraguayas, al mando del Teniente Wenceslao López, capturaron Ingavi el 5 de Octubre, neutralizando a todo un cuerpo de Ejército boliviano con Sede en Roboré, y a juicio del presidente boliviano, haciendose prácticamente dueñas del Chaco.
El 25 de octubre de 1934, el embajador de Estados Unidos en Brasil Simon Gibson escribe desde Río de Janeiro al Departamento de Estado, para informar que Saavedra Lamas ordenó suspender la reunión del embajador argentino con sus pares de Bolivia y Paraguay.
El longevo problema del Sahara marroquí ha experimentado una regresión la semana pasada, cuando un Tribunal de Justicia de la Unión Europea se atribuyó competencia por razones que solo pueden responder a la mentalidad colonialista, sobre dos acuerdos de pesca y agricultura firmados entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos.
La Editora BGR publicará, por primera vez en España, una novela del escritor boliviano Homero Carvalho Oliva, Premio Nacional de Novela del Estado Plurinacional de Bolivia, 'Santo Vituperio'. Obra clave del autor boliviano, considerada como una de las más provocadoras y emblemáticas novelas de la literatura latinoamericana contemporánea.
En junio de 1936, fue otorgado el Premio Nobel de la Paz al argentino Carlos Saavedra Lamas, a quien Desiderio Roca había acusado de seguir una ruta sinuosa durante su mediación para alcanzar la Paz entre Paraguay y Bolivia, que se habían enfrentado entre 1932 y 1935 en la Guerra del Chaco.
El 23 de septiembre de 1932, la Liga de las Naciones creó el Comité de los tres para la supervisión del conflicto entre Bolivia y Paraguay, cuando ya se desarrollaban sangrientos combates en Boquerón. El Comité fue constituido oficialmente en la Reunión del Consejo de la Liga y lo integraron representantes de Guatemala, España e Irlanda y se le solicitó informar periódicamente al Consejo sobre el estado de la situación.
El 17 de septiembre de 1934, a la hora 19, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson. Le comunica que la información contenida en su cable del 14 de septiembre ha sido de gran utilidad para el Departamento.
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