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La profecía paraguaya de Meredith Nicholson

El famoso novelista de Indiana realizó predicciones en Paraguay, donde recaló en la década de 1930 como representante diplomático de Estados Unidos
Luis Agüero Wagner
martes, 24 de diciembre de 2024, 09:15 h (CET)

El premio Nóbel de Literatura Bob Dylan, reconoce en uno de sus poemas la inusitada capacidad de profetizar de los escritores y periodistas, que suelen anticipar cuando advierten señales de que los tiempos están cambiando.


Esa facultad permitió al famoso novelista de Indiana Meredith Nicholson realizar predicciones en Paraguay, donde recaló en la década de 1930 como representante diplomático de Estados Unidos, enviado por el presidente Franklin Delano Roosevelt en reconocimiento por su activismo al interior del Partido Demócrata.


El escritor Meredith Nicholson, profetizó en una comunicación desde Asunción el 22 de diciembre de 1933 a la hora 14, de que el armisticio de Campo Vía traería complicaciones ulteriores.


En comunicación de esa fecha, le dice al Departamento de Estado que en Paraguay ha surgido un fuerte sentimiento que exige una paz acorde con los grandes éxitos militares, que se manifiesta cada vez con más fuerza.


Señala la designación de Gerónimo Zubizarreta como representante paraguayo en la Conferencia de Paz, como un indicador de que el Presidente Eusebio Ayala está cediendo a un fuerte sentimiento contrario a una paz claudicante y fácil con Bolivia. La observación es asombrosamente exacta, pues precisamente Zubizarreta será más adelante sujeto de polémica al negarse a firmar un tratado claudicante con Bolivia, siendo desplazado en las negociaciones de Buenos Aires, en 1938.


“Es posible que ahora se resista a someterse al arbitraje de cualquier organismo en la cuestión territorial” añade Nicholson, y explica que “En Paraguay ha surgido un fuerte sentimiento que exige una paz acorde con los grandes éxitos militares, que se manifiesta cada vez con más fuerza” creciendo “un fuerte sentimiento contrario a una paz fácil con Bolivia”.


Esta segunda observación también es acertada, Nicholson la plasma en un momento en que las armas paraguayas han obtenido con el Cerco de Campo Vía su más contundente victoria en el Chaco, siendo impedidas de explotar tal éxito por un armisticio propiciado por la Liga de las Naciones y la delegación norteamericana en la Séptima Conferencia Panamericana de Montevideo.


El 21 de diciembre de 1933, los diplomáticos bolivianos en Washington habían protestado por una violación por Paraguay del armisticio iniciado el día 19, y Nicholson sobre el punto puntualiza que “una protesta de Bolivia por la supuesta violación del armisticio despierta burlas y resentimientos en Asunción. Es probable que esas protestas solo precipiten más demostraciones de superioridad militar por parte de Paraguay”.


En los documentos oficiales del Departamento de estado se vislumbra una falta de confianza en las futuras demostraciones de superioridad militar paraguaya que Nicholson pudo adivinar, pues en una comunicación fechada el 29 de diciembre el novelista revela al departamento de estado que el presidente paraguayo Eusebio Ayala le dijo que aunque el Ejército era hostil a la extensión del armisticio, él estaba de acuerdo con prorrogarlo pues pensaba que "La guerra debe terminar".


Nicholson informa que Ayala habló con franqueza de los gastos que supone mantener al ejército y atender a 14.000 prisioneros, de los cuales un millar necesitan imperiosamente atención médica. En cuanto a la cuestión de la seguridad y la protección en caso de desmilitarización, Ayala parecía no tener ideas claras y lo mismo puede decirse sobre las consecuencias de sus vacilaciones en aquel momento.


Concluída la guerra del Chaco, el armisticio de Campo Vía resonaría para cambiar las reglas del juego político en Asunción. Contribuiría a ello la vacilación del gobierno de Ayala, que debía llamar a elecciones en 1936, pero coqueteó con una idea de reelección constitucional y descuidó la desmovilización de ex combatientess.


El gobierno se vio superado política e ideológicamente por la coyuntura, apelando a medidas represivas en lugar de abrirse a las sustanciales reformas que la historia reclamaba.


El 17 de febrero de 1936, los militares difundieron una proclama revolucionaria en la que uno de los argumentos centrales para derrocar al gobierno de Ayala, era la acusaci{on de haber traicionado al ejército paraguayo con aquel armisticio que Nicholson entrevió como fuente de posteriores complicaciones, en aquella Navidad de 1933. LAW

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