Por las mismas fechas en que cinco siglos atrás se desarrollaba la Dieta de Worms, falleció en la Ciudad del Vaticano Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, hombre a quien se atribuyen ideas reformistas dentro de su Iglesia.
Como Lutero, criticó duramente el afán de lucro dentro de esta institución y declaró sin inhibiciones que le dolía ver a sacerdotes o monjas con un automóvil último modelo. Pidió ser sepultado en una modesta tumba bajo tierra, con la inscripción del nombre Francisco, que adoptó como Papa.
Esta rara avis nunca rehuyó al puntualizar sobre sus ideas, la influencia que tuvo en ellas la paraguaya Esther Ballestrino, militante del Partido Revolucionario Febrerista, trágicamente desaparecida en Argentina, luego de ser secuestrada en diciembre de 1977.
El recuerdo de Esther perduró probablemente como parte de sus ideas, de una realidad imposible de cambiar y también de sus pesadillas. Documentos protegidos del gobierno de Estados Unidos, desclasificados en 2002, cuentan esa historia.
El Departamento de Estado norteamericano sabía desde 1978 que los cuerpos sin vida de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, además de los de las Madres de la Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, habían sido encontradas en las playas argentinas.
El 30 de mayo de 1978, el Secretario de estado norteamericano recibió un informe de su embajador en Argentina, informando que los cuerpos de las dos monjas francesas y otros once activistas por los Derechos Humanos, habían aparecido y sido identificados cerca de Bahia Blanca.
La embajada también informaba que otros siete cuerpos fueron descubiertos en proximidades de la playa atlántica de Mar del Plata.
Fuentes confidenciales del gobierno argentino, confirmaron a la embajada que los cadáveres pertenecían a las dos monjas y cinco madres desaparecidas, entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977.
Las fuentes citadas por la embajada estadounidense confirmaban que los cadáveres pertenecían a secuestrados por “las fuerzas de seguridad que actuaron bajo su amplio mandato contra terroristas y subversivos”.
Poco antes de estas desapariciones, el planificador de políticas Richard Feinberg había descripto con precisión al secretario de estado del presidente Jimmy Carter, Cyrus Roberts Vance, la real situación en Argentina:
“Existe un amplio consenso en que el Gobierno de Argentina no está mejorando su desempeño en materia de derechos humanos, y es improbable que Videla contradiga a sus asesores, quienes se oponen a la ratificación de tratados (sobre Derechos Humanos)”.
Videla - sigue Feinberg- “Se adhiere a la doctrina de la "guerra clandestina", que argumenta que la subversión debe contrarrestarse con medidas ilegales. También acepta que esta guerra ilegal se libre de forma descentralizada, con capitanes y comandantes locales actuando en gran medida por su cuenta.
"Esto imposibilita que los generales de alto rango, incluida la junta, controlen eficazmente las fuerzas de seguridad, pero sí ofrece a los miembros de la junta la oportunidad de negar los hechos”.
Esa pesadilla alucinante fue la isla de Patmos de Francisco.
Aunque como tantas veces se anticipaba el infierno, nadie lograría evitarlo. Pero aquella vez, sería vivida por dentro nada menos que por quien luego sería inquilino del Vaticano. LAW
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