Le ha venido bien esta llamada de atención a un país que presume de haber dominado completamente su entorno.
La humanidad se siente muy ufana porque ha engrosado su capacidad de conocimiento basándose en la inteligencia artificial. Cualquier iletrado puede “redactar” un artículo copiando simplemente lo que el dichoso “chatgpt” le dicta. Los estudiantes encargan parte de sus deberes a su ordenador y los “expertos” en el copia y pega presumen de sus “conocimientos”. Todo el mundo sabe de todo.
El apagón de ayer nos ha puesto en nuestro sitio. Unos segundos de caída a fondo del suministro eléctrico, han creado un caos en toda la península ibérica. Inmediatamente “radio macuto” habló de tormentas solares, invasión de alienígenas, asalto cibernético, o complot yihadista. Los políticos no dudaran en culpar a los de los partidos contrarios. La IA no dice ni pío.
Toda una suerte de elucubraciones provenientes de la imposibilidad de explicar lo inexplicable. Una llamada de atención para aquellos que somos incapaces de sobrevivir sin la gran cantidad de aditamentos “imprescindibles” que nos han convertido en inútiles funcionales.
La falta de energía eléctrica paralizó nuestra vida. En mi caso, nos quedamos sin ascensor, sin posibilidad de cocinar, sin microondas, sin Internet, sin teléfonos móviles, sin luz, sin televisión y sin el dispositivo anti-apnea. En las calles no funcionaban los semáforos, los cajeros automáticos, las tarjetas de crédito, las puertas de los garajes, los centros de enseñanza, los trenes, el metro... Estábamos perdidos en una especie de desierto cibernético, unidos con el mundo tan solo a través de un modesto transistor.
Los miembros del “segmento de plata” hemos retrotraído nuestras mentes a nuestra infancia, cuando racionaron el petróleo con el que guisaban nuestras madres, había restricciones y cortes de luz constantes. Circunstancias a las que pudimos sobrevivir. Teníamos menos problemas. Velas, mariposas y carbón. Menos adminículos “imprescindibles”.
Creo que he vivido ya demasiados días de incertidumbre. Con miedo a lo desconocido. El 23-F, los atentados de Madrid, el inicio de la pandemia y, ahora, el día sin luz. La IA tiene poco que decir y menos que hacer. Esto no se arregla cambiando el plomillo (Lo primero que hicimos todos los españolitos de a pie). A lo largo de los próximos meses nos intentarán explicar lo sucedido.
La vuelta a nuestros hogares de la corriente eléctrica nos pareció la aparición de un nuevo maná en nuestras vidas. Me asomé a la ventana con ganas de aplaudir. Eran las 2’20 de la madrugada. Apagué la velita que me había traído de la Pascua reciente y volví a la cotidianidad.
Málaga continuaba en penumbra. Como a veces se encuentra nuestro espíritu. Debemos reconocer que no somos infalibles. Una cura de humildad de vez en cuando nos viene muy bien.
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