El raciovitalismo de Ortega y Gasset marca un hito en la Historia de la Filosofía. Es un filósofo que no consideraba a la conciencia como una realidad primaria, ya que pensaba que solo es una hipótesis. Es un planteamiento, que contradice las tesis y los fundamentos de la fenomenología de Husserl, pero que no es convincente. Otra cuestión diferente es si la conciencia y su análisis debe ser lo prioritario en la filosofía, o si puede ser una parte más del quehacer filosófico, sin pretensión de exclusividad. A mi juicio, el análisis fenomenológico es aplicable a toda la realidad, tanto la objetiva como la subjetiva. Se escriben numerosos artículos y libros sobre fenomenología de la religión y también de otras ramas de la filosofía. Es la descripción y a la vez la interpretación crítica de lo real, en todas las dimensiones analizables, desde distintas formas de reflexión.
Ortega y Gasset valora la situación de su tiempo en todos los ámbitos y es consciente, de que el uso de la razón, de forma excesiva y sin atender a la intuición vital produce irracionalidades. Es entendible que reniegue del cientifismo, ya que a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX era lo que predominaba. Actualmente, en pleno siglo XXI, la ciencia parece que es lo único valioso y no es cierto. No todo se explica científicamente y esto es una realidad insoslayable. La filosofía y las restantes ciencias sociales o humanas critican o examinan numerosos temas y cuestiones, que no son objetivables, desde una perspectiva exclusivamente científica. El mismo Ortega afirma, como también pone de manifiesto Juan Arnau en su libro Ortega contra el racionalismo, que la vida es intuición y perspectivas y la razón desfigura la complejidad de la realidad vital. Es cierto que la libertad precisa de un cierto margen de flexibilidad, y lo absolutamente racional se opone, de manera rígida, al azar que impregna la vida y también a lo contingente del curso de las cosas, que afectan a los sujetos libres. El orden del pensamiento no coincide con el orden de lo real, aunque así lo pensaran Descartes y después Hegel, lo que no significa negar la validez de la lógica ni del pensar abstracto, pero es preciso considerar también la materialidad de la experiencia y los hechos, con todo lo que representan e influyen, en la historia colectiva y en la conformación de las sociedades. Todo esto está en la línea de lo que piensa Ortega, con lo que se adelanta a su tiempo. La dura crítica al hombre- masa es un planteamiento orteguiano, que defiende la libertad y la profundidad de la existencia, frente a la banalidad y la superficialidad que ya existían en su época. Ortega no fue un filósofo sistemático, pero escribió ensayos magníficos con claridad.
Escribía a toda velocidad, lo que demostraba su extraordinario talento. Desarrolló a lo largo de su trayectoria intelectual una actividad frenética. Fue un gran profesor universitario y escribió múltiples ensayos y numerosos artículos de prensa. Sentía pasión por dejar una huella profunda en la historia de España, y lo consiguió sobradamente. La multiplicidad de intereses y su curiosidad inagotable fue una constante de su vida. Prefería las charlas cercanas y aunque podía usar la jerga más académica en sus clases y en sus obras, optaba por redactar de un modo riguroso pero accesible al público culto.
Desde su enfoque de la filosofía reafirma la inteligencia de la vida o la razón vital, como absolutamente necesaria, porque es esencial entender la propia existencia y también ver el sentido o los propósitos que se pueden elaborar, desde la situación particular de cada individuo. Por tanto, es indudable que la vida no es solo pensamiento, porque la acción y la voluntad son decisivas, en todos los momentos de la existencia. De hecho, el desarrollo de intereses y pasiones es lo propio de las personas y es lo que nos diferencia de los animales y de las plantas, en ciertos aspectos al menos.
La voz de Ortega fue una de las características definitorias de su enseñanza académica en la Universidad, y también en las charlas en teatros al gran público.La expresividad de su habla y la calidad de su retórica impresionaba a sus estudiantes y a los que acudían a escuchar a un filósofo pensando en voz alta.
Ortega falleció en 1955. Fue el creador de la Escuela de Madrid de la que formaron parte Xavier Zubiri, Julián Marías, José Gaos y otros pensadores. Liberal de izquierdas, tuvo un talante apasionado, pero también supo adaptarse a las complicadas circunstancias, que le correspondió vivir. Dejó una biblioteca particular de 20.000 libros. En un artículo escrito por Zubiri para rendirle homenaje tras su muerte escribe este gran filósofo “Para don José la hora de la meditación ha terminado. Se halla ya ante la nuda realidad. También dice Zubiri en su artículo publicado en ABC: “La razón vital no es vida más razón, ni razón más vida, sino la vida misma como forma radical de la razón”.
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