Leo un comentario de Lluís Pifarré sobre Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos más influyentes y polémicos de la modernidad, conocido por sus ideas disruptivas sobre la moral, la cultura y el sentido de la existencia. Una de sus reflexiones más desafiantes es la distinción entre "hombres superiores" y "hombres inferiores", una categorización que no debe entenderse como un juicio de valor simple, sino como un llamado a la trascendencia individual.
¿Quiénes son los hombres inferiores?
Para Nietzsche, los hombres inferiores son aquellos que viven anclados en la mediocridad, sujetos a valores impuestos y cómodos en la inercia de la masa. Representan la renuncia a la libertad y al riesgo que implica crear su propio camino. No aspiran a la grandeza ni a la superación de sí mismos, sino que se conforman con seguir las normas y buscar el confort.
Estos individuos están atrapados en lo que Nietzsche llamaba la "moral de rebaño", una moralidad que favorece la sumisión, la igualdad mal entendida y el conformismo. En su crítica a esta mentalidad, Nietzsche no desprecia a las masas, sino que denuncia cómo la uniformidad puede sofocar el potencial humano.
¿Qué define a los hombres superiores?
Los hombres superiores, en contraste, son quienes se atreven a desafiar las normas establecidas y a crear sus propios valores. Son personas que se levantan por encima de lo convencional y asumen el desafío de vivir auténticamente. Nietzsche no los describe como mejores en un sentido moral, sino como seres que asumen su destino con valentía, guiados por la voluntad de poder: el impulso hacia la autoafirmación y la superación constante.
Estos hombres no buscan el reconocimiento social ni se guían por el aplauso de los demás; su motivación es interna. Según Nietzsche, el hombre superior encarna el ideal del "superhombre" (Übermensch), alguien que trasciende los límites impuestos por la cultura, la religión o la sociedad, y vive de acuerdo con su propia voluntad creadora.
Una crítica a la mediocridad colectiva
Nietzsche no pretendía establecer una jerarquía social o justificar la opresión, como a menudo se le ha malinterpretado. Más bien, su distinción es un desafío filosófico: nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestras vidas y si estamos dispuestos a asumir la responsabilidad de forjar nuestro propio camino.
Nietzsche en la actualidad
La división entre "hombres superiores" e "inferiores" es tan relevante hoy como en el tiempo de Nietzsche. En un mundo marcado por la búsqueda de aprobación en redes sociales, el consumismo y el conformismo cultural, la pregunta sigue vigente: ¿estamos viviendo auténticamente o simplemente siguiendo la corriente?
Nietzsche nos desafía a mirar dentro de nosotros mismos y a cuestionar las comodidades de la mediocridad. Ser "superior" no es una cuestión de estatus, sino de voluntad, creatividad y autenticidad. Es un llamado a abrazar el riesgo y la incertidumbre como caminos hacia una vida plena.
En palabras de Nietzsche: “El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda sobre un abismo.” La elección de cruzar ese abismo, con todo lo que implica, depende de cada uno de nosotros.
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