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Es una pregunta dura y difícil de contestar, pero como articulista hay que hacerla y hacérsela a uno mismo y a la sociedad. ¿Existen indicios de disolución de ambas realidades? Por un lado, los Estados Unidos de Europa, o, cómo al final se le denomine, es una realidad que está en potencia, como nos diría Aristóteles, pero no en acto, está “in fieri”, está haciendo y haciéndose, pero no está hecha, estamos a medio camino.
Se vive en un mundo saturado de objetos, pero en la que el sentido parece que se ha perdido, la creatividad es la forma de dar un auténtico significado a la existencia de las personas. Es la manera de reestructurar el universo simbólico del mundo y la expresión también de la humanización de la realidad compartida, desde una perspectiva individual y social. La búsqueda de espacios de sentido se opone a la repetición que conforma, en parte, lo cotidiano de la vida real.
La libertad no se negocia. Ante el favoritismo y la desigualdad tan frecuentes o habituales en el trato y en las relaciones sociales de todo tipo, lo que permanece es el ejercicio de la propia libertad. Ser sujetos autónomos implica también que los demás respeten y valoren los méritos y logros de las personas, algo que lamentablemente no suele suceder.
El pluralismo crítico es lo contrario del pensamiento único. Es natural y lógico que coexistan muy diversas ideas y no se debe imponer una visión única de la realidad, a todos los niveles. Las discrepancias, las interpretaciones y los planteamientos pueden ser diferentes. La diversidad en todos los sentidos es positiva, ya que es lo característico de una sociedad plural y multicultural.
La cultura visual domina la vida social y también la esfera pública actualmente, en el mundo de la globalización. La imagen lo domina todo, porque estamos inmersos en lo audiovisual y digital. Lo que no significa que se pueda despreciar el lenguaje escrito, como algo del pasado que ya está superado, por las costumbres de los nuevos tiempos.
Actualmente, frente al relativismo y el escepticismo parece que cada vez es más necesario, un enfoque o planteamiento universalista de los problemas económicos y sociales. El neoliberalismo individualista no reconoce los Derechos Humanos en su integridad, lo que impide el logro de la justicia social y también la consolidación de políticas solidarias, que apoyen suficientemente a las capas desfavorecidas, de las sociedades de los diversos países.
A Lola López Mondéjar se la ve contenta por la acogida que ha tenido su libro, ‘Sin relato’, galardonado con el Premio Anagrama de Ensayo, que según ella ha contribuido a difundir de manera considerable este nuevo trabajo suyo. La escritora y psicóloga murciana, habitual también en el mundo de la ficción, ha construido un relato riguroso sobre el no relato, basado en su experiencia frente a los pacientes que desfilan por su diván y que parecen haber perdido su capacidad para contarse a sí mismos.
Cuando las ideas las convertimos en ideologías y a éstas les añadimos el cariz político interesado, entonces estamos haciendo de este mundo un sitio ASQUEROSO PARA VIVIR. La INTELIGENCIA, limpia de conocimientos impuestos, es la única, con la prudencia que caracteriza a las personas que tienen la gran suerte de ser INTELIGENTES, que eliminará del diccionario las palabras que destrozan y pudren la convivencia, la verdad y la libertad: IDEOLOGÍA... IDEOLOGÍAS...
El centro educativo es un microcosmos que refleja, en alguna medida, la sociedad en que vivimos. Al margen de la práctica que en ella se desarrolla, en algunas ocasiones, las actitudes inadecuadas o disruptivas, protagonizadas por los alumnos, que pueden considerarse cosas de niños, dependiendo de la gravedad de las mismas, reproducen actitudes que vemos también fuera de las aulas, fruto, tal vez del desconcierto actual de la sociedad.
El tema de la regulación emocional y el control de las emociones está de actualidad también en el siglo XXI, al igual que en el anterior. Vivimos en la realidad social del espectáculo y la diversión. Algunos pensadores como es el caso de Mariana Alessandri hablan de una sociedad enferma que solo quiere la alegría vital sin sombras y sin ningún dolor, sufrimiento o problemas, algo absolutamente imposible. Solo se quiere el sol, pero no la sombra.
Leo un comentario de Lluís Pifarré sobre Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos más influyentes y polémicos de la modernidad, conocido por sus ideas disruptivas sobre la moral, la cultura y el sentido de la existencia. Una de sus reflexiones más desafiantes es la distinción entre "hombres superiores" y "hombres inferiores", una categorización que no debe entenderse como un juicio de valor simple, sino como un llamado a la trascendencia individual.
El Camino de Santiago ha experimentado un notable incremento en el número de peregrinos en 2024, alcanzando cifras récord que reflejan su creciente popularidad a nivel mundial. En 2024, se registraron 499.239 peregrinos, marcando el tercer año consecutivo de crecimiento y estableciendo un nuevo récord histórico que no se conseguía ni en los mejores años de la Edad Media cuando era el lugar de peregrinación por antonomasia.
La filosofía del cuidado es necesaria en un mundo tan caótico y convulsionado como es el actual. En realidad, es la aplicación de un planteamiento que comprende la vida, desde una perspectiva que expresa la manera en que los seres humanos experimentan, lo que sucede en la existencia y convivencia de todos.
Existen muchos datos registrados en la historia que se convierten en referencias apropiadas para la alimentación del orgullo nacional. La bizarría, honor, valentía y el pundonor de los pueblos encuentran sus fuentes precisamente en esos acontecimientos del pasado que se han venido transmitiendo por generaciones hasta hacer su repercusión en el momento que nos toca vivir.
Desde ayer contamos con una nueva sociedad médica en España: la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEMEDLAB). Su creación se aprobó ayer en el marco del XVIII Congreso Nacional del Laboratorio Clínico (LABCLIN 2024) que se está celebrando en Bilbao Euskalduna estos días y que organizan las tres sociedades científicas de Medicina de Laboratorio hasta el momento en nuestro país, y que tras un acuerdo unánime se ha procedido a su eliminación.
Yo soy yo. Quizás la tautología sea tanto como no decir nada. O, tal vez, a buen entendedor con pocas palabras basten. Desde que la posmodernidad parida por los filósofos franceses vino a decir que todo era texto y el texto por sí mismo era interpretable, esto es, que el texto era discurso narrativo que cada uno hacía suyo a su manera, la eclosión de diversas identidades grupales formaron un vasto mercado para que cada uno vendiera su yo como esencia de lo que era o quería ser.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un asunto acuciante desde hace siglos, a saber, la necesidad de contar con un sistema judicial que sea el pilar sobre el cual se sostenga la justicia de todos los ciudadanos por igual en cualquier sociedad. Lo ideal sería contar con un poder judicial robusto, eficiente y honesto para garantizar el orden, la paz y la equidad, pero bien sabemos que existe una gran deficiencia al momento de contar con funcionarios judiciales probos.
En efecto, la fragmentación es una de las importantes realidades imperantes en este mundo. Pronto detectamos la contrapartida, la paradójica presencia real de múltiples conglomerados unitarios. Tediosa pugna entre lo que tiende a la separación y las atracciones unitarias; inmersos en ellas, aparecemos los elementos humanos, a la vez sometidos por ellas e impulsores de su tensión. Con una justificación primordial constitutiva, somos parte de dicho engranaje.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar acerca de un superpoder humano que ha sido despreciado a lo largo de toda la historia, pero hoy, con más énfasis, puesto que vivimos en un mundo cada vez más competitivo y egoísta que considera a la bondad como una señal de debilidad extrema. No es casual que esta visión contraste radicalmente con las enseñanzas de la tradición filosófica y religiosa, que a menuda han celebrado la bondad como una de las virtudes esenciales.
De la mano de la posmodernidad vino la identidad absoluta del sí y con la caída del Muro de Berlín fuimos liberados a un mundo plagado de experiencias ilimitadas en el que cada cual sería capaz de ser lo que quisiera. Se derribaron de golpe y porrazo las grandes narrativas que buscaban un mundo mejor, más justo, solidario e igualitario.
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