Una nación no se corrompe por unos desalmados traidores; se corrompe y pervierte por los enemigos de la patria, por sus embestidas silenciosas.
De estas y otras soflamas saben ustedes mucho. El miedo es un cúmulo de sensaciones bruscas y ásperas, provocadas por una inminente amenaza que todos los humanos, unos más que otros, tenemos una aversión enorme, y cuando vemos el peligro, nos retiene en nuestros sentidos todas estas sensaciones, una desconfianza enorme y difícil de descifrar, dejándonos aturdidos y confundidos.
No trata ni dice de perdonar; sus manifestaciones muestran su manera absurda y mezquina, sus palabras echadas y repiqueteadas en el tambor de la mentira, y sus falsas palabras no merecen confianza para nadie. Hay un libro, El arte de la mentira política, de Jonathan Swift, que frasea lo siguiente: “La mentira y la política suelen caminar juntas, son compañeras de viaje, no se estorban”. Hay que mentir bien y conseguir que haya siempre un puntito de verdad que esconda la mentira. Se miente, se habla sin mesura. A pesar de las hemerotecas y de sus certezas.
El fiscal general del Estado intenta colocar a un fiscal afín como jefe de los delitos por los que está siendo investigado. (El Debate)
En mi ciudad, Córdoba, hay un dicho que se dice con mucha frecuencia: “Tienes más cara que el Santo de la Rambla”. Por cierto, en este pueblo, su santo patrón es San Lorenzo, al que hay que adjudicarle que el día de su festividad es, por antonomasia, el día de más calor en España. Este hombre, el fiscal general, es sin duda el hombre con más cara en España que, junto al felón de turno, el mentiroso de la corte, son dos seres de ultratumba. No sé cuál de los dos tiene más cara.
El truco del hurón lo han visto venir y creo que demasiado tarde. Creo que excesivamente tarde. Según el refranero español, se dice que siempre que llueve escampa. Su comportamiento y el camino que lleva les encajan a ser enemigos de España con su correspondiente cum laude. El atrevimiento que ha tenido con los enemigos de España le tiene cerrados; tarde o temprano veremos a España destrozada por las cuatro esquinas. Un socialista (Enrique Tierno Galván) dijo: "El triunfo político es la suma del sentido común y la capacidad de liderazgo". Usted, Sr. Sánchez, y su compañero de viaje no tenéis ninguna de las dos.
Usted y su amigo íntimo, su fiscal del alma, el hombre que se está riendo y jugando con España entera. Es más, iré más allá: su engaño socialista ha llegado a tal extremo que el sentido de vuestro compromiso ha sido sesgado y comido. Una nación no se corrompe por unos desalmados traidores; se corrompe y pervierte por las embestidas silenciosas. De estas y otras soflamas saben ustedes mucho. Y si encima las leyes absurdas, sacadas por la manga ancha de un gobierno traidor, no sé por qué regla de tres, los corderos siguen unos detrás de otros. “El lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño" (El último hombre, 1826, Mary Shelley). Yo creía que era solamente uno; pues no, son los dos.
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