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Partamos de la premisa de que ninguna muerte es ni estúpida, ni tonta, pero hay momentos en la historia, este que referiremos es uno de ellos, en los que el fallecimiento de una persona ha sido causado por un suceso a veces trivial, a veces jocoso, pero con desenlace funesto. En ocasiones fortuito, o imprevisto.
Desde hace ya una década que se prevé un nuevo modelo de Registro Civil con el cual los trámites de certificados serían mucho más sencillos para todos los ciudadanos, y los retrasos en sus gestiones deberían ser reducidas considerablemente, pero esto no ha sido así y actualmente las esperas en muchas ocasiones son de varios meses.
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