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A la luz de esta realidad que vivimos actualmente, donde hay una falta de avances en liderazgo, gobernanza y financiación a los más desvalidos, quiero agradecer la labor de esas gentes comprometidas con la verdad, totalmente entregadas a los ojos de la vida, con la energía necesaria para embellecer los instantes, lo que contribuye al sosiego, que es lo que nos hace repensar y ver los frutos de renovación interior que necesitamos.
Los “sin techo” sobreviven a los mil y un avatares de la mañana, a las mil y una noches de insomnio y padecer. Tienen el cuerpo lacerado por un sinfín de cicatrices. Siempre en la cuerda floja, quebrándose, tropezando a cada paso de zapatilla ya con hilachas. Con las ganas aparcadas en las plazoletas de sus idas y venidas, y los sueños agarrotados a los adoquines de aquella esquina.
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