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Como de costumbre, un señor, una noche pasó por la casa de Irsa. Siempre le observaba pasar, pero una noche de mucha lluvia lo detuvo y le dijo: lo invito se quede a comer, él accedió. Irsa, había heredado una fortuna de sus padres. Desde ese día cada vez que pasaba el señor desconocido, se detenía en casa de Irsa, y le saludaba y le daban un plato de comida.
Siempre hablo en mis escritos de olvidar el mundo real en el que vivimos, de sumergirnos en esas maravillosas historias que nos reservan los libros y dejarnos llevar a otro mundo alejado de éste, pero nunca había experimentado la sensación de lo que se siente al olvidar realmente todo, porque en realidad, lo que yo deseaba era recordar y vivir cuando lo deseara en otro universo paralelo donde todo fuera una utopía.
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