Siempre dije que Fernando Grande-Marlaska no tenía la mirada limpia. Nunca le consideré apto para ocupar el puesto que ocupaba como juez en Bilbao. Se quejaban de él sus compañeros, los sindicatos policiales, la “ertzaina” y hasta el apuntador. Era un claro contraste con el coronel Pérez de los Cobos, quien estaba en primera línea de combate contra la banda asesina ETA. No por casualidad el coronel era el hombre de confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba en temas de terrorismo. Puedo dar fe y argumentos de que esa confianza mutua no se debía a la mera coincidencia en el primer apellido.