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Hoy me siento un “Don Tancredo”. Me encuentro en medio de la vorágine surgida de la pandemia y con las mismas carencias que aquel desgraciado personaje. Tengo miedo a la calle y a sus ocupantes. El “bicho” anda suelto y transportado por una serie de cafres que se han vuelto a adueñar de los espacios libres.
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