| ||||||||||||||||||||||
Estados Unidos busca iniciar una nueva guerra regional en Oriente Medio con el doble objetivo de secar las fuentes energéticas de China y posteriormente, diseñar la cartografia del nuevo Gran Oriente. Dicha escalada bélica podría reeditar la Crisis del Petroleo de 1973 de nefastos recuerdos para la economía mundial y que se traduciría en el vasallaje energético de la Unión Europea del gas licuado y del crudo estadounidense.
La mayoría de los economistas y organismos internacionales creyeron que 2022 sería el año de la definitiva normalización de la economía internacional tras la pandemia, después de una recuperación que se presumía potente y sin grandes obstáculos en el que está a punto de finalizar. A la vista de cómo han ido evolucionando las circunstancias, todo hace indicar que estaban bastante equivocados y que 2022 puede ser otro año lleno de sobresaltos y dificultades económicas.
Senegal, que reaccionó a la pandemia aplicando un estado de emergencia de tres meses, se beneficia de un clima político estable, instituciones democráticas relativamente fuertes y un alto crecimiento del PIB. El país ha desarrollado un plan de estímulos equivalente al 7% del PIB. El crecimiento en los próximos años se verá impulsado por los proyectos de hidrocarburos, la expansión de la minería y las obras públicas para mejorar la red de transporte y el suministro eléctrico.
Los precios de los productos básicos han recuperado ya niveles anteriores a la pandemia. Esta es una noticia particularmente buena para la región, que alberga a los mayores productores mundiales de cobre (Chile y Perú), soja (Brasil y Argentina), mineral de hierro (Brasil como el segundo mayor) y plátano (Ecuador). Sin embargo, se prevé que la evolución futura de los precios de los productos básicos sea menos favorable. Mientras tanto, el precio del petróleo sigue por debajo de los niveles previos a la pandemia, lo que pesa sobre los países dependientes como Bolivia, Colombia, el Ecuador, Trinidad y Tobago y Venezuela.
Debido al elevado déficit fiscal y a la recesión, se prevé que la deuda pública alcance el 64% del PIB en 2021. Tras la fuerte recesión de 2020, se prevé que la economía crezca un 8,8% en 2021 como resultado del crecimiento sustancial de las inversiones, el consumo privado y el gasto público.
|