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Soy un pésimo aficionado al futbol. Para colmo soy un espectador de sofá. Me pongo tan nervioso con el juego que acabo apagando la pantalla. Lo cual no quiere decir que no tenga cierto pedigrí como forofo malaguista. Durante años fui socio y me tragué temporadas enteras en la vieja tribuna alta. Es más, en uno de los ascensos del Málaga, aquél de Viberti, me metí dos días de martirio en un “tren botijo” para asistir a un memorable ascenso en San Mamés.
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