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El arzobispo Desmond Tutu murió el día después de Navidad a la edad de 90 años. Galardonado con el Premio Nobel de la Paz, el arzobispo sudafricano fue uno de los líderes de la lucha contra el apartheid, el brutal sistema de segregación racial que se instauró en Sudáfrica hasta 1992. Después de la histórica caída del apartheid y de que Nelson Mandela fuera elegido como el primer presidente negro de Sudáfrica en 1994, Tutu presidió la Comisión para la Verdad y la Reconciliación.
Como anuncié en mi anterior artículo, también creo en la Iglesia, la que anunció Jesucristo y difundieron por el mundo aquellos rudos pescadores de Galilea, pero sin arreglos ni maquillajes, la que sigue el impulso del Espíritu Santo, dispuesto siempre a repartir sus dones, aunque muchos no quieran recibirlos para poder seguir sus propias ideas.
Cuidado con Dios, debo ser precavida pues después de todo es el jefe, no deseo que me falle, sería un fracaso, aunque con él nunca se sabe, con que me cuide al amigo me llegará. Yo no importo ya. Perdón por mis males que fueron muchos, perdón y consuelo compañero, perdona la confianza, son los años que llevamos juntos, hablando, conociéndonos, siempre has vuelto a mí, tú también.
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