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El peso de la vida nos interroga, nos pone en movimiento y nos llama a sumar energías siempre, ya que todo se sobrelleva mejor si la carga es repartida. Es cuestión colectiva lo de levantar cabeza, lo de tomar aliento en conjunto, lo de despojarse de agobios para restituirse en los sueños. Ahora bien, también debemos tomar tiempo para sentirse uno mismo y rehacerse entre vínculos, para no dejarse absorber por los aprietos existenciales, los momentos de dolor y las derrotas.
Un sol restaurador, gestado a través del Estado de derecho y de la justicia social, debe prevalecer sobre este mundo sombrío, cuajado de incertidumbres e inestable. Esto nos indica, que tenemos que centrarnos más en las personas, interiorizar nuestros pasos con ojos nuevos que nos permitan ver la realidad tal y como es, también con sus variadas crisis y sus singulares tormentos, para poder edificar horizontes armónicos y celebrar otros frutos más esperanzadores.
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