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Nos ha caído la gran desgracia de contar con un sanchinventado ministerio (pocas gracias a P.S.), que se pasa el tiempo y los dineros en dictar leyes para adaptar las cabezas españolas a los sombreros que ellas fabrican. Señor (es un decir) Sánchez, haga usted caso a su colega Stalin que le dejó dicho:” Detrás de cada problema hay un hombre, o mujer, acabe con él/ella y habrá acabado con el problema”.
El enorme cúmulo de barbarie que contiene el proyecto de ley trans, es producto directo de varias circunstancias que confluyen en: tiempo, gobierno, decadencia progre, desgracia y aberración. Son varias esas circunstancias, pero citemos solo algunas, las más encumbradas.
Muchos políticos españoles y, posiblemente, gran parte de la ciudadanía andan revueltos a propósito de la Ley Trans. Dentro de los mismos podemitas y socialistas hay quienes la impulsan y otros pretenden que no se ponga en práctica, porque consideran que va en su contra ya que dicen que no está de acuerdo con los ideales de las auténticas y verdaderas feministas y que arruinará casi todo lo que han conseguido en sus reivindicaciones.
Según la ley montaraz que ya aprobó el gobierno des-gobernante de España, es una grave infracción ayudar a niños y adolescentes con necesidad, y aunque pidan ayuda cuando se perciben a sí mismos como no real, no auténtico en su ser sexuado. La “ley trans”, que pasa al Parlamento para su aprobación, prohíbe esa ayuda.
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