Muchos políticos españoles y, posiblemente, gran parte de la ciudadanía andan revueltos a propósito de la Ley Trans. Dentro de los mismos podemitas y socialistas hay quienes la impulsan y otros pretenden que no se ponga en práctica, porque consideran que va en su contra ya que dicen que no está de acuerdo con los ideales de las auténticas y verdaderas feministas y que arruinará casi todo lo que han conseguido en sus reivindicaciones. Otros se han atrevido a pontificar sobre ella, como Fernando Sabater que ha llegado a decir: "La Ley Trans es un invento como los milagros de Lourdes". Yo me pregunto ¿Quién ha investido a este Sr. de autoridad suficiente para asegurar que los milagros de Lourdes son un invento? ¿Qué conocimientos tiene sobre ellos? ¿Sabe las pruebas que exige la Iglesia para declarar que cualquier hecho ocurrido fuera de las leyes de la Naturaleza, es un milagro? ¿Qué Universidad imparte tal asignatura y sapiencia? Que me la diga y apresuradamente iré a ella. Pero claro, como la religión más extendida en el mundo es el Papanatismo, no pocos harán culto de esas palabras para decir que la Iglesia engaña porque admite los milagros de Lourdes. ¡Ya está bien de gurúes que hablan de lo que no entienden y de papanatas que los siguen! Una persona muy querida para mí suele decir: “quien no entienda de una cosa, mejor es que se calle”. Esta máxima deberíamos tenerla siempre presente todos los seres humanos, pero sobre todos aquellos que tienen cierto predicamento e influencia en la Sociedad, porque con sus manifestaciones desconocen el daño que pueden causar, sobre todo a los faltos de espíritu crítico. Sin embargo estoy totalmente de acuerdo cuando manifiesta: “…la ley trans, que es un insulto a la inteligencia”. Y a la dignidad de cualquier persona, añado yo. Volvamos a la Ley Trans, según ella: “…se permitirá la autodeterminación de género, es decir, el cambio de sexo en el Registro Civil sin necesidad de informe ni tratamiento médico a partir de los 14 años”. Autodeterminar, según el DRAE, en su segunda acepción es: “Capacidad de una persona para decidir por sí misma algo”. Por ende, desde ahora en adelante, cualquier chaval o chavala podrá autodeterminar el sexo que le guste tener sin considerar ni prestar atención el que le ha asignado al Madre Naturaleza, es decir, sin un niño o niña han nacido varón o hembra, a partir de los doce años podrá escoger, como si eligiera helado de chocolate o vainilla el sexo al que desea pertenecer, sin necesidad de aportar, como se exigía hasta ahora, un informe médico o psicológico que acredite que la persona ha sido diagnosticada de "disforia de género". Tampoco tendrá que haber sido tratada hormonalmente durante al menos dos años para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado, de forma que el Juez permitirá el cambio de sexo en el registro sin informe médico, ni psicológico, como hemos dicho, a partir de los 12 años con determinadas condiciones que suponemos habrá de fijarlas el juez que permita el cambalache. Entiendo y comprendo el cambio de nombre cuando en el cuerpo de un varón habite psíquicamente el de una hembra y viceversa, pero qué madurez y criterio suficiente tiene un niño de 12 años o un adolescente que todavía no han terminado de formar su mente ni poseen raciocinio bastante para tomar una decisión tan importante que condicionará todo su futuro y de la que, al madurar, podrán arrepentirse. ¿Admitimos barra libre para elegir el sexo que en determinado momento apetezca, aunque sea una resolución trágica que arrastren durante el resto de su vida personas que aún no han madurado y es muy probable que se arrepientan de ello cuando lleguen a la adultez?
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