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‘Cisco’. Según el diccionario: Nombre masculino para un carbón vegetal menudo similar a carbonilla, picón y tizana. Coloquialmente, bullicio, reyerta y alboroto. Es difícil que al escribir el azar cambie la ‘s’ por la letra ‘r’ anterior en el alfabeto. Pero, allá el corrector de textos y sus hados, por una vez, el ‘cisco’ que podría existir en Podemos apareció, unido y con igual significado, a la acepción nueve de la palabra ‘circo’: coloquialmente confusión, caos.
Están perdiendo el relato y el debate, por eso precisan con urgencia censurar las redes sociales. Todo lo tienen en contra y la corrupción rodea «Moncloaca», cerca al felón y falsificador de tesis y atiza a diario a la «catedrática» de trapo, Begoña Gómez. Y no solo aspiran a meterse en su burbuja cercenando las redes, sino que hasta «Napoleonchu» Albares prohíbe a sus embajadores hacer declaraciones o escribir artículos de prensa.
Y yo no vivo en Madrid, pero el discurso de «vivir a la madrileña», que traducido es «vivir como me salga de allí», es algo que convence a cualquiera, y yo también me apunto a hacer lo que me apetezca y cuando me apetezca, y si alguien dice que así no, ese es el malo. ¡Qué simpleza! ¿Verdad?
En esta España insólita en la que vivimos, y donde cualquier anomalía tiene su asiento, siempre que vaya descaradamente a favor de la izquierda revolucionaria, vamos a soportar una manifestación sindical en la que los sindicatos, no van contra el gobierno sino contra la oposición.
Acabaré estas columnas sobre lo poco que puede ofrecer la izquierda política a nuestro país con el último de sus horrorosos cinco mandamientos. Este quinto mandamiento es tratar de imponer siempre la propia opinión y la propia doctrina acusando al adversario de derechas de ser incapaz de diálogo por no aceptar su imposición.
Sigamos donde lo dejé ayer, con esos mandamientos de la casposa izquierda de hoy: el tercer mandamiento es llamar fascistas, retrógrados, gentuza de extrema derecha y estéticamente espantosos a todos aquellos que no estén de acuerdo con las doctrinas, ideas, estrategias o conductas de izquierdas.
Los mandamientos de la santa madre izquierda son cinco, como los de la Iglesia, pero bien distintos. Son mandamientos porque son ordenados por la superioridad sin que se sepa bien cómo y por qué, pero afectan prodigiosamente al comportamiento de millones de personas en toda España y en el resto del mundo.
El debate en torno al «desencanto» de la ciudadanía acompaña a la política desde hace muchos años. En Alemania se manifestó con fuerza al final de los 80, antes del comienzo de las decepciones de la reunificación. En la actualidad, el desencanto se manifiesta sobre todo por cosas como la entrada en el poder de partidos o coaliciones del ala más a la izquierda, el odio permanente en las redes sociales, y la polarización.
La izquierda sólo pretende ser un pastor guiando al rebaño de ovejas, no pretende otra cosa porque es así... ¿Cómo? Manipuladora, sin ideas y despilfarradora. Por otra parte, los reconocibles cazadores de subvenciones obvian las debilidades de nuestro mercado de trabajo: cultura deficitaria del valor empresarial, desequilibrio territorial por sectores, bajo nivel de innovación y una elevada precariedad del empleo con todas sus derivas perniciosas.
Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un asunto que, si bien es evidente, se discute y analiza precariamente desde los medios masivos de comunicación: la pérdida de representatividad popular de la izquierda en occidente. Esta disociación con la realidad del pueblo pone de manifiesto el cambio profundo en las prioridades y estrategias de un espectro político que, históricamente, había sido el portavoz de las clases trabajadoras.
Dudé entre escribir una carta abierta a Vito Quiles y a Bertrand Ndongo o exponer evidentes verdades sobre la izquierda, zurda o siniestra, como ustedes prefieran denominarla. Opté por mi opinión, sin más, que no tiene por qué ser la única, ni la mejor, ni siquiera la más certera. Juzguen ustedes.
No podemos esperar nada de aquellos que perciben los fondos europeos como un botín, como un reparto milimétrico de unas ayudas que primero fueron boicoteadas y ante la evidencia de la ley de la gravedad, ahora, como mal menor, deben ser repartidas según colores y territorios.
Sánchez ha decretado un año para solazarse, explayarse, engatusar. Un año de gracia para gozar y que su chusma se divierta con las burlas a “su desconocido amigo” Franco. Ciento y más veces le va a recordar, más o menos una cada tres días, para no perder ritmo en la festiva celebración. 8 de enero inauguración del festival, hay que empezar pronto, no se puede perder tiempo, es corto un año para embaucar.
Hay un reclamo persistente dentro de la ciudadanía para que los partidos políticos o sus dirigentes se reúnan para consensuar posiciones para afrontar temas básicos. Llevo lo suficiente en política para saber que siempre ha habido en el país rivalidades políticas fuertes: izquierda y derecha, secesionismo y constitucionalismo..., basadas en proyectos de gobierno antagónicos.
Me apetece comenzar el año escribiendo sobre la actualidad del PSOE de mi tierra porque creo que este partido (tan importante para Andalucía) se ha convertido en un arquetipo, es decir, en una representación modélica o ejemplar, de lo que le ocurre a la izquierda contemporánea.
Me pregunto cuándo se va a dejar de politizar absolutamente todo por parte de los movimientos “progres” de este país, unos movimientos asociativos y políticos cuyos ideales cada vez se los cree menos gente; me pregunto cuando dejará la izquierda “progre” de crear tanto odio en esta España, una España que han convertido en “facha” o roja.
Afrontando las navidades, fiestas intemporales que van más allá, desde el punto de vista religioso y cultural, de su actual avatar cristiano, vuelvo, mucho tiempo después, a las cuevas del Castillo, en Cantabria; allí, inmortalizadas en las paredes cavernarias, me encuentro de nuevo con aquellas manos que otros humanos inmortalizaron hace decenas de miles de años.
Dice Carlos Rodríguez Braun, economista argentino, educado en la Universidad Católica de Argentina, que el abanico antiliberal va desde los fascistas hasta los comunistas. Ambos se sienten atraídos por el populismo, porque ambos padecen el culto a la personalidad. Ambos se dedican en cuerpo y alma a la propaganda y a intoxicar a la población con etiquetas a menudo brillantes, pero siempre simplistas.
Eso que dicen algunos políticos “descerebrados” de que estábamos acostumbrados a que “Papá Estado” nos resuelva la vida..., eso es una deducción propia de quienes verdaderamente están viviendo a costa del Estado, a costa del dinero de los contribuyentes.
Enciendo la televisión al mediodía cuando el trabajo me lo permite, y el mando me lleva muchos días a programas de actualidad y de tertulia política. Veo durante unos minutos algún programa de “esa estirpe”, y cuando oigo hablar a algunos sujetos/as empiezo a notar la “infamia zurda” de los susodichos.
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