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En un juego de poder donde las promesas son solo espejos rotos, la hipocresía política se convierte en el pan de cada día. Tanto partidos de izquierda como de derecha se han convertido en maestros del discurso, pero a la hora de la verdad, sus acciones desdicen sus palabras.
”Que los árboles no dejan ver el bosque” es un conocido aforismo que explica la espesura de problemas y acontecimientos que hoy rodean a la sociedad actual y que impiden a veces ahondar en las causas u origen que los motivan. El mundo envejece y está triste.
El feminismo «es otra pancarta más que se les ha caído», en palabras de la presidenta, Díaz Ayuso. La moralidad de la izquierda está destrozada y es irreparable. Resulta que ni siquiera existía, tan solo era una careta o antifaz para tapar la indecencia, la indignidad y el vacío. ¿Qué es el feminismo español? Pues es eso mismo, el ejemplo de Errejón; es decir, la falsedad y la hipocresía frente a las palabras de cara al ignorante e insensato votante.
Es evidente que la humanidad avanza en cantidad y calidad cuando se dan las condiciones que no puede imponer la izquierda política, ya que esta izquierda solo tiene el objetivo del egoísmo personal, la escasez de recursos, la pérdida de posición y la injusticia social. Este macabro objetivo lo hacen realidad en el ámbito de la enseñanza y la educación, y sobre eso no hay ninguna duda al respecto...
La presencia de dirigentes políticos de izquierdas que ocupan o han ocupado cargos en el gobierno en las manifestaciones por la vivienda de hace unos días resulta un tanto surrealista. Esas personas y sus organizaciones respectivas han sido responsables del deterioro que en los últimos años ha sufrido el ejercicio del derecho que reconoce el artículo 47 de la Constitución Española: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada».
Supongo que las charlas motivacionales tienen un hilo argumental de historias de superación para erigirse como fieles ejemplos de llegar a ser mejores personas. En la práctica recurrente de nuestro país, que incluso se podría contar con las buenas intenciones de los sucesivos gobiernos, se presentan a lo largo de la historia reciente portadores de las contradicciones de las señaladas buenas intenciones.
Es verdad que con las redes sociales digitales las narrativas de antes han perdido eficacia, me refiero a la elegancia y a la eficacia de la densidad del concepto nación. A menudo se cae en la trampa de las agendas que proponen una modernidad en decadencia, sobre todo, en un mundo global donde la desterritorialización y el anonimato de las grandes compañías multinacionales dejan atrás el buen capitalismo industrial de antaño.
No salgo de mi asombro cuando quien está resucitando el franquismo es la izquierda española, pero lo más preocupante, y quizás inverosímil, es que esta izquierda aprovecha la más mínima ocasión para tildar de franquistas a los que no pensamos como ellos.
Se atribuye a Agustín de Hipona aquello de que “la Iglesia persigue por amor y los impíos, por crueldad”. Podría relacionarse tal afirmación con la doble moral o con lo que se ha dado en denominar ley del embudo, pues ambas se antojan óptimas para caracterizar la locución.
Muchos fieles idealizaron a Pedro Sánchez porque estaban convencidos de su ideario, de que sólo con decisiones políticas les iba a mejorar la vida. Pero ahora el “ilusionismo” va finalizando, y pasará toda la deuda moral y económica al siguiente inquilino de La Moncloa.
Viendo lo que ha acontecido y acontece, creo que es urgente un plan de saneamiento ideológico en Catalunya y en muchos rincones de España. ¿Qué hay que hacer para ello? Voluntad política y creer en unos mínimos principios democráticos, unos principios que no son patrimonio de la izquierda, como nos quieren hacer ver.
Desde la ingenuidad consciente de sí misma, queremos aportar algunas ideas troncales de carácter muy general que bien pudieran servir de base no dogmática para futuras discusiones de un programa común de izquierdas a escala mundial.
Siempre he pensado que la izquierda manipula todo lo referente a las políticas sobre la mujer. Es histórico que la izquierda vende que las mujeres son discriminadas en el ámbito laboral y que domésticamente están atadas al hombre. También afirma esta inútil izquierda que sólo con las mujeres puede haber una gran transformación socioeconómica.
Decía Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos de 1933 a 1945: «en política, nada sucede por accidente. Si sucede, puede apostar a que fue planeado de esa manera». La significativa victoria que acaba de obtener en Turingia (Alemania) no es casualidad, como tampoco es un accidente que, en conjunto, sea la segunda fuerza del Parlamento Europeo y su influencia aumente en todo el planeta.
El periodismo vive malos tiempos... ¿cuál es la razón? Es fácil la deducción : en vez de informar, se dedica a opinar. Puede ser entendible hasta cierto punto, ya que el periodista también tiene ideología. El otro día leí que algún que otro “profesional de la información” practica en su trabajo diario un activismo mercenario, y sí, está afirmación es cierta en según qué medios de comunicación afines a la izquierda política y al bando separatista.
Dicen que durante la dictadura franquista las Universidades eran espacios de libertad, espacios de otros pensamientos, unos espacios de reuniones clandestinas... Dicen que en las Universidades se luchaba por las libertades y la democracia, y no lo niego. Entraban en el campus de la Universidad los grises, y sí, entraban a repartir a diestro y siniestro.
Hace unos días critiqué en un artículo que dirigentes del PSOE hicieran política sin principios, dando por bueno un acuerdo con privilegios de financiación para Cataluña que pocos días antes habían considerado inaceptable. Hoy quiero criticar la posición de Josep Vendrell que presumo es la mayoritaria de Sumar, pues la expone en El País como responsable de Modelo Territorial y Plurinacionalidad de Movimiento Sumar.
Continuando con mi columna de ayer deseo exponer lo siguiente: Desde su posición de poder legal pero ilegítimo, las izquierdas quieren mantener leyes retrógradas e insultantes para los españoles, y un ejemplo de ello es la “horripilante” Ley de Memoria Democrática, referida ayer en mi columna, cuyo precedente fue la “horrenda” Ley de Memoria Histórica.
Constantemente se ve el lado más inhumano de la izquierda política: esta izquierda habla de tortura, persecución y asesinato durante la Guerra Civil y durante el franquismo. Se observan en los medios de comunicación de la izquierda las risas de la “no verdad”, de la justicia para unos pero para otros no, y la reparación solo para uno de los bandos.
Lo cierto es que siempre hay alguna incompetencia o algún desfase dentro de casi todas las formaciones políticas, un desfase que no satisface al afiliado o militante del partido. Por ello, en ocasiones, se hace imprescindible el cambio de nombres dentro de la organización : es importante para regenerar la tan atacada política. Para llevar a cabo este tipo de cambios son imprescindibles sustitutos eficientes y formados...
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