No podemos esperar nada de aquellos que perciben los fondos europeos como un botín, como un reparto milimétrico de unas ayudas que primero fueron boicoteadas y ante la evidencia de la ley de la gravedad, ahora, como mal menor, deben ser repartidas según colores y territorios. Por su vehemente incompetencia en la defensa de lo que ellos creen que es su patrimonio, dan la sensación de estar bajo un síndrome de abstinencia de dineros públicos.
Cuando el motor de la historia, en España, para un partido español, es confrontar territorialmente para obtener mayor “trinque”, podemos concluir que nunca han entendido nada y menos esta oportunidad que volvemos a darnos para dejar de ser el patio de los servicios baratos en Europa.
Luego está la izquierda, que parece no querer entender nada, ya que estos fondos no pueden ser destinados a la elegibilidad de gastos por parte del gobierno de turno, ni para sustituir inversiones que les corresponde por presupuestos, ni para mantener redes clientelares, ni para privatizar servicios públicos. Sí, en su postura verbal expresan cómo se les han erguido las orejas y sus ojos son como platos.
Hagamos todos un esfuerzo, estos fondos deben ser palanca de un nuevo modelo productivo con empleo de mejor calidad y para implementar reformas consensuadas tanto en los ámbitos parlamentarios, como en la concertación social, y eso es algo que la izquierda no desea aunque exponga todo lo contrario.
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